lunes, 25 de junio de 2012

Aprendizajes de la vida

Formas de evaluación existen muchas y varias instituciones se sienten empoderadas para plantear criterios que pretenden ser verdades universales aunque, claramente, seguimos contando con nuestro libre albedrío de tener nuestra opinión respecto a su eficiencia (pero, muchas veces, debemos aplicarlas igual). Y es inevitable que todo se traduzca a un número -apetecibles, odiables, deliciosos y malditos números- que, se supone, será un diagnóstico relativamente estándar de nuestras habilidades: con el paso del tiempo, comienzo a comprobar que los mayores aprendizajes de la vida no son cuantificables en cuanto a números, sino más bien, en cuanto a acciones concretas que uno debe llevar a cabo. Porque el aprendizaje real se refiere a conductas que debemos aplicar durante toda la vida, donde el carácter funcional de las mismas sea lo primordial.

Hace unos días había revisado mi pauta de evaluación de la práctica final y no estaba conforme con el resultado puesto que el número no era excelente como hubiese querido. Como es lógico, me molesté y no lancé, precisamente, rezos ni alabanzas a los santos del cielo sino que todo lo contrario: es este sistema numérico obsesivo que nos obliga a pensar en torno a números. Un poco molesto, envié un correo a mi profesora mentora para poder conversar la situación y su escueto "ok" como respuesta parecía incrementar mi molestia. Finalmente, hoy se dio la instancia de conversar: le comenté que el papel podía decir muchas cosas y lo que a mí me importaba eran los comentarios que ella pudiese hacerme, porque la finalidad de todo el proceso era mi aprendizaje. Accedió y de muy buena manera me comentó detalle a detalle de la evaluación, sorprendiéndome su buena disposición. Y fue así como me fui dando cuenta de que la evaluación estaba hecha a conciencia y que, en gran medida, estaba de acuerdo con lo que me estaba planteando: mi ira inicial por no tener el máximo fue descendiendo al ver que, de todas formas, mi evaluación daba cuenta de un proceso de aprendizaje que daba como resultado algo positivo. Pese a que pudo haber sido una situación completamente destructiva para mi autoestima o algo parecido, no lo fue en absoluto y, por fin, logré escuchar comentarios respecto a mis fortalezas. Me alegré de que al fin pudiese sentir algo de valoración por todo el tiempo empleado en esto.

Finalmente, creo que me di cuenta de que no todo se traduce en una nota y que, como siempre, los mayores aprendizajes uno los va adquiriendo a diario. Es claro que el tiempo es el que irá diciendo lo que va a suceder y cómo nos iremos desarrollando, donde lo más importante es el esfuerzo por avanzar hacia una mejoría considerable. Creo que, después de todo, estos meses me han servido para afianzar mis conocimientos y explorar nuevos rumbos: una experiencia interesante para mi profesión que, si bien, no fue en condiciones ideales, creo que me ha enseñado muchas cosas que luego podré poner en práctica y, de paso, quitar un poco mi visión negativa de todo. Siempre se puede seguir adelante y el futuro se proyecta mejor. Allá vamos por ello.


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