domingo, 15 de enero de 2012

Entre sueños

La penumbra era tan cálida como el verde que se extendía por el valle, hacia los cerros. Las almas andaban de juerga en la pizzería de la esquina; él caminaba sombrío y reflexivo por el parque que daba a un paso bajo nivel. El ruido de los trenes, enero y el color gris del cielo le hacían sonreír: todo era bello. Todo era perfecto y nada podría quitarle esa sonrisa: la miró a los ojos, esos ojos que conocía de una vida anterior. Sintió la ternura de su mano pequeña y acarició sus mejillas ruborizadas por alguna que otra palabra subida de tono que, en el fondo, le encantaba. Bailó en el silencio, bailó con ella y se supo feliz otra vez, de escuchar su voz entre sueños.