domingo, 29 de enero de 2012

Albacete II

Abrió los ojos cuando el sol le golpeaba en la cara: estaba recostado en medio de la calle humedecida por la nube que acababa de desvanecerse sobre los tejados de los edificios de baja altura que llenaban los pasajes. Los semáforos encendidos iluminaban la penumbra: ausencia de presencia, presencia de ausencias. La plaza de cemento tenía un pequeño espacio verde en el cual solía recostarse durante las cálidas noches de verano: de vez en cuando, salía a caminar descalzo para sentir el tibio aire del pavimento de la Calle del Ángel. Hubiese sido tan feliz de poder haber tenido una caña fría en sus manos, de comer queso frito con mermelada de arándanos o de darse un festín de pinchos morunos. Caminó en el silencio de una ciudad escondida entre el espacio y el tiempo: los relojes derretidos de Dalí se tomaban el poder y el orden global. 

Albacete dormía en silencio bajo un horizonte que amanecería en algún momento.




Fotografía: Albacete, Castilla-La Mancha, España

1 comentario:

Machuk dijo...

yo creo que se deberia llamar

Albacete XXII