viernes, 9 de diciembre de 2011

Tarde de shopping con mi abuelita.

Ya decía yo que eso del consumismo es una costumbre heredado de familia, si no es mi madre, es mi abuelita. Llego a mi casa a eso de las 2 de la tarde y me dice que la acompañe al Portal Belloto porque quiere ir a comprar la caja de 5 kilos de detergente: esa que dice "te conviene" y que uno agradece que no mienta diciendo que es más cómoda de llevar. Fue así como tomamos una micro y nos dirigimos hacia dicho lugar a eso de las 5 de la tarde cuando el valle interior del Gran Valparaíso tendría una temperatura de unos 23º, bastante agradable. Nadie sabía lo que estaba por ocurrir.

Llegamos al Lider en busca de un vino para regalar: me impresiona ver que los pasillos posean tantas variedades diversas, desde vino en caja de cartón hasta vino en cajita de madera, de exportación. Lo bueno es que en Chile uno puede encontrar un vino bueno por un precio razonable: bendita industria vitivinícola nacional. Al no encontrar el producto requerido, salimos en dirección a la super feria de zapatillas con descuentos, tipo outlet. Lo único outlet que tenía era que estaba fuera del supermercado, ya que la variedad era pésima, sin mencionar que el diseño era de gusto de flaites. Mal por nuestra sociedad y bien por mí, porque de haber habido un modelo que me gustara, habría hecho alguna compra innecesaria de esas a las que me estoy acostumbrando. 

Portal Belloto se transforma en un paseo que la familia del interior comienza a frecuentar. Nadie se habría imaginado, 15 o 20 años atrás, que dicho sector iba a alcanzar tal auge que incluso algunos se atreven a decir que habrá un terminal de buses en donde antiguamente estaba el Extra: actualmente existen banderas de La Polar clamando que alguien los vaya a visitar luego del enorme fraude financiero que se destapó como a mitad de año, "estamos aquí", pero nadie les cree mucho. Los pasillos repletos de gente y el supermercado asfixiante: mi abuelita buscando comprar qué se yo qué cosas electrodomésticas mientras yo alucinaba con el queso que ofrecía una 'pascuerita', el cual, finalmente, pude probar y aprobar. Una vez encontrado el producto que buscaba -no lo expondré aquí, por temor a que el destinatario del regalo puede leerlo- fui feliz y compré un pack de Kross: mi vida ha cambiado al descubrir cerveza de calidad... ¡y nacional! Porque, si es chileno, es bueno. 

Regresamos a casa a eso de las 21.00 hrs a tomar once, ordenar las bolsas y esconder los regalos para que nadie los vea. Una tarde de compras, miles de bolsas, momentos gratos y un poco de frío. El único gran detalle es que el real objetivo de la salida se nos había olvidado: comprar detergente tendrá que quedar para otra ocasión.

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