La vida me sabe a fantasías;
a eternidades ensoñadas que concuerdan en una esquina,
que dan vueltas alrededor
y luego se pierden en una rotonda
sin saber bien dónde debe llegar.
Pero perderse en esos caminos nos lleva a nuestro propio destino.
La vida, a veces, me da un poco de vértigo,
cuando camino por puentes en altura
y las calles se ven en las profundidades.
La vida, también, me produce ganas de saltar al vacío
-sin que ello implique un intento de suicidio-
solo por el deseo de saber qué es lo que esconde.
La vida es un callejón en movimiento.
La vida hay que viajarla en el techo de un autobús,
para no perderse el más mínimo detalle de su atmósfera.
Fotografía: Calles de Lisboa, Portugal.
a eternidades ensoñadas que concuerdan en una esquina,
que dan vueltas alrededor
y luego se pierden en una rotonda
sin saber bien dónde debe llegar.
Pero perderse en esos caminos nos lleva a nuestro propio destino.
La vida, a veces, me da un poco de vértigo,
cuando camino por puentes en altura
y las calles se ven en las profundidades.
La vida, también, me produce ganas de saltar al vacío
-sin que ello implique un intento de suicidio-
solo por el deseo de saber qué es lo que esconde.
La vida es un callejón en movimiento.
La vida hay que viajarla en el techo de un autobús,
para no perderse el más mínimo detalle de su atmósfera.
Fotografía: Calles de Lisboa, Portugal.
1 comentario:
No me gusto el escrito...
no c, algo raro tiene, como q lo encuentro demasiado "comun" o "cursi" o "tradicional".
en fin
xau
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