domingo, 3 de octubre de 2010

Medio muerto

Me siento como medio muerto. Sí, de pronto y de la nada, me he empezado a sentir como si hubiese dejado de existir de manera física, al menos. Mi cuerpo parece que ya no siente nada, el oxígeno que respiro no tiene ese sabor de antaño que me daba alucinaciones extrañas, rememorar momentos o recordar tiempos tan lejanos como los de aquellas vidas pasadas en otros lugares, distintos al mismo puerto que me vio nacer. Mi mente no vuela tan alto, parezco atascado en una jaula, con una cadena en el tobillo que no me deja salir. A veces este sentimiento de muerte se traduce en una sensación extraña de vacío absoluto, de insatisfacción crónica, de buscar y buscar lo que ya no buscas, lo que ya ni te importa.

Como que los sueños se agotan, como que la energía -que debiese abundar- hace falta. Como que el sol no entrega esa energía que antaño me animaba en primavera... esperar, esperar... ¿esperar qué? Añoro esos tiempos en que esperaba que pasase algo, ahora no espero nada. A veces siento que vivo como por inercia, como por obligación de la cual algunos quisieran huir. Miro una y otra vez hacia atrás, hacia la vida que pasó, a veces siendo peor que un anciano que dice que todo tiempo pasado fue mejor. ¿Acaso me convertí en un anciano y no me di cuenta? O, ¿acaso, efectivamente, pasé el límite de la vida y recién ahora comienzo a darme cuenta de que eso, que alguna vez temí, ya sucedió?

Fotografía: Ciudad Abierta, Ritoque, Maitencillo.

2 comentarios:

Nobody dijo...

ouh! si me hiciste pensar!

pecas dijo...

quizás ese es tu drama, esperar...

ACTÚA KINKAN