De pronto me he sentado en el silencio para reposar mis pensamientos en un respaldo tan firme como aquellos propias secretos que no te he querido decir. Son sólo fragmentos mezclados entre el espacio y el tiempo que gotean poco a poco sobre mi mirada ojerosa que no ha dormido, pero que no quiere dormir. Tal vez, quiere pasar la noche en vela leyéndose Rayuela o intentando oír la voz de Huidobro en su lulayu tan desarmado, tan nuevo, tan destruido y defragmentado. En ese silencio, en esas voces donde caen los relojes derretidos hechos líquidos incandescentes que me queman la piel, que me queman la garganta cuando los bebo, pero que se me impregnan en los sueños. Saltar de reloj en reloj, correr de sol en sol, bailar de luna en luna, dormir de marte en marte o viajar de universo en universo sin levantar un sólo dedo, sin beber nada más que los relojes derretidos que marcan un eterno tic tac en mi pecho. Tic tac, tic tac, son las 19.21.
2 comentarios:
Me gustó mucho, es la mejor prosa que recuerdo haberte leído =) suena exacta y musical.
me gusta!
cristian como que cada vez escribes mejor =)
oye mira este blog, por si te interesa http://concursosliterarioschile.blogspot.com/
:P
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