El frío

Es extraño lo que sucede. Es extraño comenzar a ver el frío que se te pega a la ventana y que a veces desearías que se convirtiese en trozos de hielo que pudiesen atravesar el vidrio. Sí, veo el frío, veo cómo avanza sobre la hierba y la tiñe de color blanco como si fuese nieve, veo cómo se pega a los cartones arrojados en la calle que brillan como luces multicolores que centellean dando un mensaje al universo entero, veo como avanza por las calles y pasajes, veo que se queda pegado en las rejas de las casas, lo veo en los vidrios de los autos, lo veo en mi rostro pálido, lo veo en mis manos que están ocultas bajo guantes. Sí, veo el frío, veo cómo se pega lentamente a mi cuerpo mientras avanzo por una ciudad congelada.

Una caminata por la mañana persiguiendo el microbús, persiguiendo la vida y la rutina, luchando por llegar a tiempo antes de que te cierren la puerta justo al momento de comenzar la clase (sólo 1 segundo después de que cerraran la puerta y todo por no seguir corriendo). Las luces centellean desde el suelo, mientras pienso en ese frío austral que se llevó 4 años de mi vida... a veces quisiera volver a ser niño, a veces quisiera volver a correr por esos caminos australes tan secretos y enigmáticos. Porque sé que me constituyo en parte de ese frío, me constituyo en parte de primavera, de verano y de otoño también. Frío, frío... puedo sentir el frío.

Hoy me dormiré soñando con el frío, tocando el frío, respirando el frío, saboreando el frío, jugando con el frío, dibujando sobre el frío, queriendo el frío. Hoy he visto el frío acercarse a mi mirada y sonreírme, esta noche he visto la helada que se pega a las palmas... el frío sólo es una forma de calor atenuada.