viernes, 21 de noviembre de 2008

Es lo que hay.

No pensaba que aquella identificación fuese a ser tan real... incluso, hasta el último momento, lo pensaba y repensaba como si no me convenciera bien de aquella extraña e improvisada decisión de adherirme a ese pequeño cúmulo de pensamientos, ideas y sentimientos tan cercanos a los míos. Y es claro que a veces se nos olvida que no somos los únicos en el mundo que estamos pasando por lo mismo; en cierta medida, es alegre saber que son al menos 4 personas más las que se encuentran en una situación muy similar. Después de todo, no es tan malo: de una u otra forma, la gente te estima y le simpatizas.

Pequeñas cosas improvisadas a las que no le tomo importancia en el momento me hacen pensar en las nuevas cosas que puedo aprender. Sí, definitivamente soy ese corderito que teme descarrearse y caminar a la deriva en su soledad, un cordero que sigue a un pastor porque sabe que en él encuentra una guía. Sí, un cordero indefenso, sumiso y que no inspira miedo... pese a que él si lo sienta en su interior. Un cordero que sonrié aunque esté mal, un cordero que está siempre dispuesto a ayudar aunque por dentro pueda explotar. Un cordero que se olvida de sí mismo y que en su constante laissez faire olvida que a veces debe hacerse escuchar.

Y, en realidad, no quiero cambiar. Simplemente, es lo que hay.

1 comentario:

Jaime Antonio dijo...

jajajaj y yo era pez
fue lo mejor esa dinámica
cuidate kinkan nos vemos en la U
y nos leemos por blogger
tenemos que ponernos de acuerdo con el tema del grupo literario con la avellaneda.

au revoir!