Recorriendo silenciosamente las calles albaceteñas de esta primaveral semiestival, me encuentro con tu figura destacada sobre la luz propia de la ciudad. Te apareces como parte de un sueño y, de vez en cuando, me doy cuenta que eres ese mismo sueño que tanto busqué. Se me aparecen tantos recuerdos en esquina, en cada calle, en cada semáforo, en cada asiento de madera que mira al cielo. Se me aparecen los momentos cuando me recuesto en el suelo y me puedo quedar perplejo ante el infinito de estrellas que se oculta bajo los enormes edificios que pretenden llegar la cielo; me duermo en ese silencio misterioso de un principio y esa noche de nunca acabar... me duermo en ese silencio veraniego que promete bondades y vendimias, que promete nuevas energías.
Y casi sin saberlo, me veo sentado frente a la ventana de mi habitación; el cielo celeste y las nubes que dan vueltas me anuncian que el tiempo se ha pasado con rapidez. Por las noches, los caminos de estrellas me recuerdan que, alguna vez, ya había visto eso antes: allá en el lejano horizonte un niño soñaba con mirar el cielo desde este lado del mundo y seguramente nunca se creyó que pronto estaría cumpliendo ese sueño. Por las noches veo mi reflejo en la ventana: el tiempo ha sido suficiente para aprender tantas cosas, para hacernos mejores personas.
A cada instante se abre una puerta, aparece una sonrisa. Lentamente, se escapan los miedos. Lentamente, tenemos el poder de hacer todo. Me despierto cada mañana en Albacete, con el sol entrando por la ventana, con la mente dispuesta a las nuevas aventuras que estas calles castellano manchegas prometen.
Fotografía: Plaza del Altozano, Albacete, España
Y casi sin saberlo, me veo sentado frente a la ventana de mi habitación; el cielo celeste y las nubes que dan vueltas me anuncian que el tiempo se ha pasado con rapidez. Por las noches, los caminos de estrellas me recuerdan que, alguna vez, ya había visto eso antes: allá en el lejano horizonte un niño soñaba con mirar el cielo desde este lado del mundo y seguramente nunca se creyó que pronto estaría cumpliendo ese sueño. Por las noches veo mi reflejo en la ventana: el tiempo ha sido suficiente para aprender tantas cosas, para hacernos mejores personas.
A cada instante se abre una puerta, aparece una sonrisa. Lentamente, se escapan los miedos. Lentamente, tenemos el poder de hacer todo. Me despierto cada mañana en Albacete, con el sol entrando por la ventana, con la mente dispuesta a las nuevas aventuras que estas calles castellano manchegas prometen.
Fotografía: Plaza del Altozano, Albacete, España
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