domingo, 17 de febrero de 2008

9 años...

Han pasado 9 años desde aquella vez. Sí, desde la primera vez que vi ese suelo tan distante del mundo en el cual siempre había vivido y del cual nunca creí que llegaría a separarme. Todo este tiempo ha pasado desde la vez en que miré por la ventana y me encontré con un pequeño mundo iluminado, de una urbe bañado por un estrecho mar que en el horizonte te dejaba ver una enorme isla en la cual apenas podía divisarse un hilo de luces. Sí, son 9 años desde esa vez en que, conversando con un conocido que nunca más volví a ver, sentí nostalgia por la tierra de la cual me había alejado y no podría volver a ver en 4 años.

Han pasado 9 años desde que el buque “Aquiles” llegó al puerto de la ciudad de Punta Arenas y la lluvia caía sobre la austral ciudad. Debí esperar hasta la mañana siguiente para descender y darme cuenta que el viento era capaz de volcar mi maleta en el muelle. Recuerdo que tenía sólo 10 años y no tenía la más mínima idea de qué iba a ser de mi vida; acaso volvería a Valparaíso, acaso haría nuevos amigos o si me acostumbraría al frío clima (lluvia y frío todo el año). Caminamos por la ciudad y yo no tenía idea dónde iba, después de visitar una residencial en la que supuestamente nos íbamos a quedar llamó mi tía Dina y nos invitó a que nos quedásemos en su casa. Nunca me imaginé que sería con ella sería uno de mis familiares a quien más tomaría cariño y con quien me llevaría mejor.

Recuerdo que más de alguna vez me pegué un llanto en mi casa, extrañando a mis amigos y temiendo por quedarme solo para siempre en ese mundo tan tranquilo y especial. Creo que todos los lugares tienen alguna magia y, de algún modo, pude encontrársela a esta hermosa ciudad de algo así como 150.000 habitantes, ubicada en la Península de Brunswick. Gracias a Dios, pude encontrar gente que me acompañara a pasar ese tiempo y también aprendí muchas de las cosas que hasta el día de hoy me han ayudado: aunque pueda parecer muy vanal, pero aprendí la base del inglés que me permite manejarme un poco ahora. Creo que di uno de los pasos tecnológicos importantes: de escribir mis historias en papel pasé a escribirlas en un computador (teniendo la primera pérdida de información en mi vida al formatear al computador y dándome ánimos a continuar). Conocí tantos paisajes que hasta el día de hoy están en mi mente y que me han inspirado a escribir algunos cuentos (“Luces en el cielo” se ambienta en San Juan, a kilómetros del fin del mundo). Y creo que llené mi existencia de buenas y malas experiencias que me hicieron crecer como persona y, tal vez, convertirme en lo que soy ahora. Ha sido un gran legado el que mi estadía en esa austral ciudad me dejó y es lo que me hace querer volver nuevamente.

Ese día sólo pensaba en volver a Valparaíso, que la ciudad no me gustaba, que los odiaba. Todo cambió lentamente cuando vi caer nieve por primera vez y recibí la llamada de mi tía en la mañana; llamadas que se repetían cada vez en que la nieve cubría de blanco los techos. Sobre todo la última gran nevada que cubría hasta mis rodillas el año 2002, cuando aún era un niño que no daba su primer beso. El tiempo ha pasado demasiado rápido y a veces creo que nunca me detuve a mirar alrededor y ver lo bello que Dios me había dado la oportunidad de conocer. Y pasé tantas historias con tanta gente que se ha quedado en mi corazón de alguna u otra forma, pasé por tantos lugares en los que dejé parte de mi vida y ese pedazo de vida me llama a querer volver una vez más. Y me di cuenta de que mi vida puede repartirse en más de una ciudad en la que he podido vivir, que debo lograr esa unión entre toda la gente que quiero y que eso puede no resultar imposible.

Hacía tiempo que un tema no me daba tanto para hablar, pero ya es común que yo digo algo tal como “cuando estaban en punta arenas…” y me acuerdo de más de alguna locura. Una ciudad pequeña que puedes recorrer en 4 o 5 horas caminando de un extremo a otro, pero un lugar que nunca está exento de sorpresas. Y hace 9 años me conoció y yo la conocí; creo que comenzó a crearse un lazo que no he querido romper y que me llama de nuevo. ¿Será la famosa fruta que te hace regresar si la comes: el calafate? La última vez que fui, fue lo primero que pedí: comer calafate porque quería volver una vez más. Ahora creo que siento ganas de ir a comer calafate de nuevo y puede que se cumpla, ¿quién sabe?

Conocer Punta Arenas ha sido una de las cosas más maravillosas de mi vida y nunca me voy a arrepentir de eso, porque me di cuenta que la distancia no era capaz de romper las amistades con quienes estuvieron contigo desde que tenías 5 años. Y, sobre todo, tener tantas historias de aventura para poder contar. Irme caminando al colegio (cosa que acá nunca pude hacer por razones obvias jaja) y salidas improvisadas en bicicleta por la costanera. Recuerdo el día en que dimos el último paseo y nos despedimos de mi tía, me acuerdo que la vi llorar y me costó entender que nos íbamos a separar físicamente. Ahora nos comunicamos por mail y a veces hablamos por teléfono, pero el cariño no se pierde y es algo que me alegra.

Desde el día que llegué por primera vez comenzó el ciclo que espero me lleve muchas más veces a conocer su austral frío.
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Caribbean Blue - Enya
Saludos!
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kinkan ®

3 comentarios:

Kinkan dijo...

Pensé que lo iba a publicar como 17 de febrero; esa es la fecha oficial.

Saludos!


kinkan ®
http://fotolog.com/kinkan
http://fotolog.com/alwaysdreamer

Anónimo dijo...

eh, ya

Romy dijo...

que hermozo recordar tantas cosas
ten por seguro que algun día te toparas con todas las personas importantes para ti q dejaste de ver alguna vez..si no es en esta vida en la otra.. suena de sueños pero estoy segura de q es así ...
que bn q conociste el Sur y viviste la experiencia d vivir en una ciudad relativamente pequeña, todo me hace recordar a mi vida en esta ciudad..sobre todo que akip tb se come calafate y es lo q te hara volver..pense q eso era sólo d aki..pero veo q tienen muxo en comun las historias de Coyhaiq y Punta Arenas...*


MiAuX