miércoles, 21 de octubre de 2009

Un animal más por cazar

Los sonidos de alrededor son extraños: suena como campanas, como taladros, como martillos, como gritos. Sï, gritos: gritos de gente que no sé por qué grita. Sí, gritos, gritos extraños de un futuro que ensordece cuando avanzo, cuando quiero sumergirme en el mar. Oigo gritos fuertes, adoloridos, quejumbrosos, tristes y trágicos, probablemente nefastos y mortíficos. Me ensordecen. No, no es un sueño. Camino y veo la ciudad que crece hacia el cielo, cada vez más, casi sin control. Quiero llegar hasta esas alturas, pero no puedo: debo salir corriendo y nadando por el mar antes de que me capturen a mí también. Es que ellos, los monstruos genéticamente superiores, quieren utilizarnos para sus experimentos, para darle sangre a la tierra, para comerse nuestra carne como si fuese alimento... como si los seres humanos fuésemos un animal más por cazar. Lo de animales no lo critico, puesto que es algo que se nos había olvidado bajo nuestra pretendida racionalidad lógica, pobremente desarrollada. Siento de pronto que tiembla... ¿se mueve el suelo o soy yo quién teme, quien se agita?

Oigo un grito fuerte: es un joven casi de mi misma edad que ha caído al suelo. Cuando me dirigí para ayudarlo en el escape me hizo un gesto de que huyera, que aún tenía tiempo. Y tenía razón. Alcancé a verlo en el suelo mientras era arrastrado por la tierra, sin piedad. Su ropa estaba rasgada casi por completo y su pecho ensangrentado tenía las carnes rotas, casi mostrando los huesos de las costillas. Creo que quería su corazón, algo debía de tener que tanto les importaba. Vi que su sangre quedaba como huella en el camino que no debía seguir. Todo sucedió en un segundo: los seres lo dejaron en el suelo, mirando al cielo, le atravesaron el pecho; rompieron sus costillas como quien rompe un fósforo, le arrancaron el corazón de golpe y vi cómo la sangre aún chorreaba como si estuviese viva. Luego vi cómo lo arrastraban de nuevo, las plantas de sus pies ensangrentadas caían hacia los lados, tenían las marcas de todos los caminos que había recorrido. De pronto, vi que sus luces se enfocaban directo sobre mí. Me lancé a nadar a toda velocidad, sin preocuparme del frío que reinaba en las aguas casi glaciales. Sentí una mano que me agarraba del tobillo y cerré los ojos para no ver lo que iba a suceder.

Cuando abrí los ojos todo era en rojo y negro. Vi una mano que me abría la piel, lentamente, capa por capa. No sé qué fue lo que sucedió.

1 comentario:

Berfar dijo...

Los comentarios respectivos fueron hechos en Facebook, por excelencia propia el más famoso de los servidores web aparentemente jojo

Saludos!