miércoles, 18 de abril de 2012

6.7

Siento que tengo demasiadas cosas para contar y podría estar varios días hablando: claramente, las cosas están sucediendo a una velolcidad impresionante que no dejan de sorprenderme. Hacía harto tiempo que ya veníamos percibiendo que había algo raro en el aire y esto se podría traducir en algún sismo de gran magnitud y fue exactamente lo que sucedió este martes 17 a las 00.50, cuando me desperté de un sacudón de casi 3 minutos: 6.7 grados en la escala de Richter, transformándose en el sismo de mayor envergadura que haya sentido hasta este momento. Creo que la paranoia sísmica ha ido calando profundo en el inconciente colectivo de tal manera que ya no es extraño que me levante cada vez que hay un temblor que haga crugir la casa. 

Era extraño ver que el sismo no acababa y el ruido era, quizás, una de las cosas que más temor provocaba, sumado al hecho de que al correr hacia la puerta, pude percibir el movimiento en el suelo. Otra de las imágenes que me llamó la atención fue ver que la reja se movía para todos lados de manera bastante evidente. Esto me recuerda un gran temblor percibido en el año 1997, cuando me desperté en medio de un sismo de grado 6. A veces se nos olvida que la tierra está en constante cambio y que Chile es el país con mayor actividad sísmica del mundo; este tipo de fenómenos sigue llamándonos la atención, pero al menos hemos visto que la gente ya comienza a tomar conciencia de cómo reaccionar, sumado al hecho de que es cada vez menor el daño que se produce ante eventos de tales magnitudes. 

Muchos pensaron que el sismo pasaría a mayores y que efectivamente llegaría a ser un terremoto: en cualquier otro lugar del mundo, esto sí habría sido considerado como tal. Solo queda acostumbrarse y a tener conciencia de cómo reaccionar cuando otro evento de estas características nos sorprenda en nuestro día a día. 

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