lunes, 24 de septiembre de 2012

Regreso post dieciocho

Regresar a la vida normal luego de una semana de casi 80% de desconexión parece un poco complicado, sobre todo considerando que es volver a ver lo mismo: alumnos sin ánimo de escucharte porque simplemente no les interesa nada, ni siquiera sacar una carrera para mantener a sus hijos (muchas alumnas y alumnos ya tienen hijos y ni siquiera eso les hace querer superarse); volver a escuchar los reclamos de profesores contra directivos y el típico "es que me quieren cagar"; enterarte de que existen apoderados que defienden a muerte a sus niñitos y de que el único malo de la película es uno... etc. Como los chistes de Coco Legrand en que solo quieres "que te abracen" y no hacer nada más, quedarse acostadito durmiendo -porque en la mañana todavía hace frío, de manera inexplicable, y luego te mueres de calor en la tarde- para luego ver que el cielo es cada día más brillante... ¡qué sé yo! Hace rato que me vengo dando cuenta de que me estoy alejando del camino que había trazado en un principio y eso me duele un poco: ¿dónde quedó aquel muchacho soñador que escribía todos los santos días, hasta el amanecer, para dejar plasmado su mundo en un papel? Claro, seguramente se perdió luego de las pésimas clases de literatura dictadas por la PUCV y, también, porque la vida es más acelerada de lo que uno piensa. 

En fin... las dos primeras horas típicas de día lunes en que cumplo horario y no hago nada: lo agradezco, en realidad, porque sería terrible ingresar directamente a encontrarme con caras de culo. Sí, al final me estoy haciendo la idea de que es muy fácil ganarse el odio de los alumnos y de que te reclamen de que eres fome, pero cuando sabes que nadie te va a escuchar si ocupas otra metodología entonces decides que te importa una mierda si se aburren o si miran cómo se aparean las moscas en el aire: mi pega es hacer la clase para el que quiera escuchar... y que escriban la diapositiva que seguramente luego podrían encontrar en internet (después de todo, me sorprendieron gratamente al ver que son capaces de entender que puedo haber buscado el material en internet y que ellos podrían hacer lo mismo). Me importa un pito (como diría Oliverio Girondo) si quieren escuchar o no, porque si no pescan la clase, el rojo que tendrán no se los va a quitar nadie. Como el caso hoy de una alumna que, para peor, cree que uno es tonto: no hacen nada durante todo la hora y al final lo copia. Se llevó un lindo 1.0 de regalo para la casa, sin concursos ni sorteos y ahorrándome la pega de revisar una prueba. Otro caso es el de una chica que dijo que sus compañeras la "ayudaron", claramente, no es lo mismo "ayudar" que "copiar textualmente" una respuesta: ¿qué tienen en la cabeza estos niños? ¿O es que acaso Los Wachiturros, Yingo y la marihuana están asesinando nuestro progreso como sociedad? Si buscamos advertencias de que se acaba el mundo, creo que ya las estamos encontrando.

Es inevitable entender que la profesión docente conlleva el hecho de que no te pongan atención y de que muchas veces crean que lo que haces a diario es nada. ¿Acaso a alguien le causa alguna duda de que muy pocas personas quieran quedarse haciendo clases en un colegio? Es que el sistema, en sí mismo, es estúpido y estupidizante: estudiar 5 años para acabar diciéndole a un alumno que "por favor" te escuche... es como para decir que mi título no vale nada. Que todo lo que sé quedó en un baúl y lo único que hago es domar bestias, como dijo alguna profesora del colegio en el cual hice mi práctica final. Hoy es uno de esos días en que me doy cuenta que he crecido en algo: ya no me importa en lo más mínimo si aprenden o no, si pongo 30 rojos o si pongo 1. Me dieron infinitas ganas de decirles que sacaran una hoja y que los evaluaba en ese mismo momento, de tan chato que me tenían, pero no, porque es trabajo extra. Finalmente, solo me dedico a jugar a ser profesor y ni siquiera me creo el cuento, salvo cuando me llega el pago a fin de mes, que me resulta completamente sorprendente. Así es la vida, lo bueno es que ya entramos en la recta final y, al igual que como lo hiciera cuando era alumno, ya comienzo a contar los días que faltan.

1 comentario:

E dijo...

Me acordé de cuando iba en el colegio, ver que llegaba octubre era bacán porque quedaba poquito... muy poquitoooo :D

Ya, mejor busquemos vacaciones!