viernes, 11 de diciembre de 2009

TRICOT se ve tan susceptible.

No voy a hacer un flashback al momento en que el despertador -o sea, mi celular- comenzó a sonar, a las 07.25... tampoco diré que quise dormir más y que le cargo de conciencia me hizo levantar a las 07.17. Tampoco voy a decir que era poco el ánimo que tenía de levantarme, aunque me agrado de que estuviese nublado ya que no me gusta estar ocupado cuando el día está bonito; me da la sensación de 'mira, lo que me estoy perdiendo'. Tampoco... mmm... tampoco diré que compré 100 dólares en el banco y que, por enésima vez, me miran raro cuando les digo 'quiero comprar dólares' y la cajera me mira y me pregunta '¿quiere comprar dólares?', como si no entendiesen bien las palabras tras ese vidrio aparatoso -que al menos debiese tener un aparato para poder hablar- o si mi aspecto no fuese el de un especulador... tampoco voy a hablar de por qué siempre te piden el nombre cuando estás comprando dólares. ¿Acaso el Banco Central tiene miedo de que yo, un simple chileno universitario aspirante a académico, pueda influir en la economía y dejar la grande? Ni que fuera Madoff...

Sí voy a comentar mi segundo día de trabajo y de que estuve pensando todo el día en poder llegar a mi pieza, a sentarme frente al computador y escribir cuanta cosa se me viniese a la cabeza al más puro estilo de una corriente de la conciencia, pero de manera un poco más conciente que la técnica tan vanguardista... quizá sofisticada. Tricot de avenida Valparaíso, ubicada en Viña del Mar, se ve tan susceptible... a que lleguen oleadas de gente con sus afanes consumistas a destruir las pilas de ropa ordenada con esmero, con pasión, con sufrimiento que me tomó algún tiempo y un dolor de espalda con el que aún estoy lidiando. Tricot se ve como un antro de la perdición... sí, puedes ver como la gente pierde su dinero escuchando la voz hipnótica que te habla de las ofertas y más encima te 'invita' a que visites los otros departamentos y continúes... qué derroshe (sí, con sh). Las mismas canciones todos los días (alcancé a captar alguna de Madonna, Maroon 5, September, Sash, Britney y no sé cuántas villancicos en las versiones más extrañas que la mente humana macabra pueda imaginar). El dolor de cuerpo que cambia: ayer me dolían los pies a morir y hoy lo son las rodillas. Desde las 10.30 hasta las 21.30, con dos horas de colación en que aproveché de chacharear y echar la talla de una manera impresionante con un demasiado amplio espectro de temáticas incluidas (llegué con 5 minutos de retraso después de la colación). Después de todo, creo que fue mejor comentar el día 2 que el primero, porque ayer habrían sido puras depresiones profundas al más puro estilo del 'me siento sobreexplotado y por el mínimo', 'quiero que todo termine'. Hoy fue más bien un 'no lo quiero hacer toda mi vida, pero tampoco es tan malo, pese a que me duelen a morir las rodillas, puedo reirme por un rato'. Y así fue.

Ahora estoy buscando alguna forma para sentir que el tiempo se pasa más rápido... entre las 19.00 y las 20.00 miré el reloj vaaaaarias veces y parecía estar detenido. Acepto sugerencias.

1 comentario:

Berfar dijo...

Bueno, repito lo que puse en Facebook (que no envía comentarios a Blogspot porque no le conviene... que feo acto de solidarismo con el socio empresario jajaja):

Parece que tendré que enseñar a agacharte correctamente para recoger las cosas del suelo... así te dolerá menos la espalda ;)