miércoles, 25 de julio de 2012

03.40 a.m.

Las 4 menos 20 y las calles congeladas se convierten en música. Las aves ya dormidas cuelgan en los árboles de aquel tendido eléctrico escondido bajos las calles eternas de la Avenida de Hellín, esa que avanza hacia el horizonte que se confunde con la llanura lejana e incierta. Aquella llanura que otrora se cubría de nieve y que, ahora, se cubre de ese sol infinito que tiñe de amarillo cualquier vendaval. Cuando las colinas lejanas duermen, Albacete se convierte en el centro de la fiesta que, entristecida, ve a un nuevo viajero partir hacia mundos lejanos. 

Fotografía: Avenida de Hellín, Albacete, Castilla La Mancha, España.