lunes, 15 de marzo de 2010

Londres, un sueño de toda la vida


Todo comenzó el día domingo a las 20.45 de la noche, cuando estoy en el terminal de autobuses de Albacete, esperando el bus a Madrid, que ya llega con retraso. Cuando son casi las 9 de la noche, aparece el bus y entonces me relajo porque ya voy a llegar a tiempo; claro, aún no me podía creer la locura dentro de la cual me estaba embarcando y creo que fue lo mejor no creermela hasta vivirla. Llegué a Madrid a eso de las 00.00 hrs, directo a la estación del metro. Luego de sus combinaciones, llego al Aeropuerto de Madrid-Barajas: es la 1.30 y mi vuelo sale a las 6.30, por lo que el boarding comenzará como a las 5 y algo. La espera se me hizo agradable, puesto que pude llamar gratis a familiares y amigos. Cuando son las 4 de la mañana veo que abren el mostrador de Ryanair, por lo cual me acerco para verificar mi pasaje y cuando está todo correcto, camino hacia el paso de seguridad para que me revisen: todo ok. Busco el gate y espero hasta que puedo al fin embarcar. Son casi las 6 de la mañana y en Madrid hace frío. Rugen los motores y comienza el ascenso... las montañas nevadas me sorprenden: es que estoy acostumbrado a que la nieve cae en el sur y no en el norte, pero en el otro lado de la línea del Ecuador las cosas son diferentes.

Dormí lo que no dormí durante la noche y abrí los ojos, aún sin creerlo, cuando sobrevolamos tierra desconocida para mi vista. El sol me pega en la cara cuando comienza el descenso. El aeropuerto de Stansted saluda a las 08.30, hora de Londres. Se me acercan a preguntar por el lugar donde debe llegar Terravision, el bus de acercamiento a la ciudad. Es divertido que te pregunten en inglés y luego te des cuenta de que ambos hablan español: me vine acompañado y conversando con una niña colombiana todo el camino a Londres, no quise pestañear para no perderme un detalle, ella ya me lo decía, 'el tiempo se pasa rápido' y el sueño es lo que menos importa. Cuando comienzo a ver los lugares más pintorescos de la ciudad entro en razón de que comienzo a cumplir uno de los mayores sueños de toda mi vida. Victoria Coach Station nos recibe, para comenzar la aventura, comienzo a hablar en inglés. Conseguí un mapa y luego de preguntar a algunas personas, logro llegar al Parlamento y ver el Big Ben, entonces cruzo el río por el Westminster Bridge y llego a mi hostal, luego de caminar algo así como 15 minutos.

Lo que sigue... dormir un rato. A eso de las 4 me despierto y voy por comida. Pago y no tengo idea del sistema monetario, pero veo que el cambio está bien; uno acaba acostumbrándose en poco tiempo. Lo que sigue es caminar, tomar fotografías por montones y sonreír. Aún recuerdo el momento en que, luego de caminar sin rumbo fijo por mucho rato, me senté en uno de los asientos del Queen's Walk, a orillas del Támesis: observé todo, por unos cuantos minutos, en silencio, con los ojos brillosos y sonriente: ¿cuándo pensé que iba a poder lograr este, uno de mis grandes sueños? Miraba a la gente pasar y me sentí extraño en un mundo nuevo, pero feliz de poder haber traspasado tantas fronteras, de estar miles y miles de kilómetros lejos de casa, de sentir que el tiempo me ha hecho crecer mucho. El frío es lo de menos en estos momentos.

Fueron 3 días grandiosos, donde conocí la ciudad y gente: ¡Chile estaba presente también! Matilde también tomaba el tour por la ciudad de Londres; es divertido encontrarte con compatriotas en un lugar tan lejano, como miles de historias se encuentran sorpresivamente en un punto en común. También conocí a Aldana, una chica de la vecina Argentina; los 3 armamos un pequeño grupo durante 2 días, en que lo pasamos muy bien. Me divertí muchísimo y en ningún momento me sentí solo. Es lo que me hace pensar que cuando uno quiere cumplir sueño -y cuando es el momento de que así sea- la vida misma se encarga de crear las condiciones para que tu sueño sea hermoso. Y lo fue... lo recordé el día en que partía, con nostalgia y queriendo quedarme más tiempo para recorrer las calles de Londres, de capturar historias, de sonreír y recordar que no hay nada que sea imposible.

Eso significó Londres para mí: un sueño, un logro, una frontera que se quiebra, que una distinta forma de capturar el mundo puede ser compatible con la propia y hacerla aún más grandiosa. Un aprendizaje, el fruto de mucho tiempo. El recuerdo eterno de que el sueño de un niño, si es verdadero y persistente, se puede llegar a concretar en el momento preciso, dejándote una emoción indescriptible, en la cual hacen falta miles de idiomas para encontrar la expresión exacta de lo que ello implica.


5 comentarios:

E. dijo...

K bkn kinkannnnnnnnnn
me alegro tanto q puedas lograr tus sueños :D

y que hayas ido solo, arriesgándote a la vida, mejor aún

sigue viajando muchooo
y cuando vayas a Francia no me saques picaaa xD
un abrazoteeeeee

Ada (sin h) dijo...

Para dejes de lloriquear porque nadie comenta tu blog :P

Te felicito por estar cumpliendo tus sueños, y te envidio, obvio. :D
Hasta me emocionó leer tu testamento, o sea tu entrada!! :P

Un abrazo !! :)**

Nobody dijo...

Heeeeyy!!! A eso venimos, a cumplir nuestros sueños... ya sabes, siempre hay que luchar por ello =D
Pero la próxima invita!! jajajajaja

pecas dijo...

q te puedo decir mmm SOS VALIENTE, ( comparto lo de llorar por los comentarios :p)

Chau :*

Anónimo dijo...

Hola Cristian!

Me siento muy identificada con tu post, a mí me pasó lo mismo con Londres y con otras ciudades de Europa (en especial Berlin). Es genial poder cumplir los sueños, y en particular, cuando uno sueña en conocer algún lugar, el estar frente a él hace entender que todo esfuerzo ha valido la pena y que la vida, efectivamente, se da cuenta de nuestro esfuerzo y nos ayuda a disfrutar más la experiencia. Y eso de los ojos brillantes yo también lo viví.

Por último, fue genial encontrarme con un chileno, no me había pasado en el viaje (fue la excepción a eso de "hay un chileno en todos lados") y lo pasé muy bien.

Suerte!

Matilde