miércoles, 11 de junio de 2008

La luz al final del túnel.

Estoy acallando mi silencio con palabras que dejo fluir al azar en una noche en la que estoy consciente de que tengo que estudiar, pero los párpados caen sobre mis ojos diciéndome que me vaya a acostar. ¿Qué hacer ante tal llamado de mi propia naturaleza a recurrir a ese anhelado descanso que requiero, que necesito, que deseo? Por un lado es la musa la que me habla a cada rato exigiéndome que le preste un poco de tiempo, pero apenas tenga tiempo para cumplir un horario estricto que asumí, podría decirse, por gusto. Estoy acallando mi silencio con una pequeña llama que pretende ser el reemplazo de una llama más grande que me está quemado: se suman los días en que mi cuaderno se ve abandonado sobre la repisa, las ojeras en mis ojos parecen abultarse, mi cara somnolienta parece delatar mi estado de ánimo, mi corazón que no entiende lo que le está sucediendo con esa persona que un día quiere y al rato no sabe bien, con esas historias que no sé si van a volver cuando las quiera invocar. Estoy acallando todo para cumplir una obligación que en el futuro me dará satisfacciones: después de todo hay que sacrificarse para lograr las más grandes obras maestras que deleiten a una humanidad deseosa de ver una nueva realidad.

Estoy extenuado, agotado, sin ánimo y en algún momento de exagerado desgano he dicho que a este ritmo no he de pasar los 25 años. Pero sigo en pie pese a todo: pese a que han sido 3 agotantes pruebas las que he tenido que rendir esta semana y el tiempo para el ocio es algo de lo cual no me puedo jactar… anhelo tener tiempo para largarme a caminar por Cerro Alegre, por el 21 de mayo o por la avenida Alemania para ver la majestuosidad de mi bella ciudad natal. He tenido momentos en que me han dado ganas de tirar todo lejos, de olvidarme de todo y darme ese anhelado tiempo para pensar en mí… y también un poco en ti. Estoy agotado, extenuado y las hojas de fotocopias siguen acumulándose en el escritorio sin control: el dinero se me va como el agua entre los dedos y a lo lejos parecen avanzar la cuenta regresiva hacia un proyecto material que puede cumplirse. ¿Pero qué hay de ti? ¿Acaso estar contigo pueda ser una de mis metas realizables? ¿Acaso tú sentirías lo mismo que yo y todo lo que he estado sintiendo es mucho más que una simple ridiculez? Estoy agotado… estoy extenuado… estoy acallando mi propio silencio para cumplir con un orden establecido que, al parecer, acepté.

Ha sido un tiempo de arduo trabajo en que las neuronas piden un poco de descanso, pero desde el lado positivo, creo que hasta es agradable sentir este stress de estar haciendo lo que te gusta. Ya es casi pan de cada día dormir cada vez menos, leer el triple que antes y hasta de echar a volar la mente, ahora con fundamentos un poco más teóricos. Tengo miedo de egresar y enfrentarme con la vida, tengo miedo a dejar de ser como soy: sí, pese a mis defectos, creo que me gusta ser como soy. Tengo miedo a convertirme en una máquina que no piensa, no siente, no vive… no ama, que nunca haya tenido la oportunidad de estar al lado de esa mujer que ama. Estoy agotado, estoy extenuado, estoy acallándolo todo para sobrevivir a estas arduas situaciones que no acabarán hasta 2 meses más cuando parezca ver, en parte, la luz al final del túnel. A veces es tan deprimente ver que has estudiado tanto y las pruebas te han atacado en tu punto más débil, pero ya no queda otra que levantarse y esperar que la próxima sea mejor: siempre es bueno terminar con un pensamiento optimista porque, según dicen, es la mejor forma de vivir feliz.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cristian!!!! es muy lindo lo que escribes. Se nota que tienes el don de la palabra jajajjja. No, pero hablando en serio, te inspiras mucho al escribir y se nota que te apasiona, porque tus palabras emanan de lo profundo de tu ser. Ya tío cristian nos vemos. Xau besitos

viOletraz* dijo...

hace tiempo que quiero escribir, hace tiempo que quiero leer...