domingo, 25 de mayo de 2008

La libertad del arte

Definitivamente el otoño ya se dejó caer con su frío interminable y sus temporales de lluvia que tienen al país cortado a la mitad por el colapso de no sé cuántos puentes: situaciones naturales a las que nos vamos a tener que ir acostumbrando debido a este cambio climático que parece ya no tener retroceso. Y es precisamente el frío otoñal, los días nublados, las veces que me quedo despierto hasta las 2 de la mañana con ese frío casi sepulcral y el encierro permanente en mi pieza el que me hace pensar e inspirarme en las miles de historias que a cada instante (sí, incluso en este preciso momento) me dan vueltas en la cabeza y no se quedan tranquilas hasta que las escribo; o bien, en el peor de los casos terminan abandonándome y me dejan con el castigo de saber que se me escapó algo importante: de a poco me acostumbro a anotar todas las grandes ideas aunque sea en un SMS del celular.

Hace algún tiempo que estaba pensando en que ya era el momento de reunirme en algún grupo que compartiese los mismos intereses artísticos que yo: un “buen” día (muchas historias comienzan con el mismo encabezado, lindo cliché) encontré unos carteles a mano distribuidos por toda mi sede y me interesé en su propuesta. Envié un mail y tardaron algunas semanas en responderme, pero al fin y al cabo obtuve una respuesta satisfactoria que me motivó a quedarme. No obstante, en todo el tiempo que ha pasado desde que envié ese mail de consultas, no he ido ni un solo día a las reuniones que han efectuado. La primera razón fue porque pretendían realizar una reunión durante la toma, cosa que no me agradó porque nunca he apoyado ese tipo de acciones, por lo que simplemente no me aparecí y me he mantenido en el absoluto anonimato hasta estos días: tanto así que siquiera conozco a los participantes del proyecto ni ellos me conocen a mí. Pero creo tener disposición a trabajar en un proyecto artístico.

Hoy recibí un mail que hablaba de una posible reunión a realizarse prontamente y fue en este mail donde surgió todo mi cuestionamiento de… ¿qué es lo que realmente estoy haciendo aquí? Y sucede desde un tema muy puntual que puede resultar muy banal para algunos, pero a mí me juega una cierta complicación con la cual voy a tener que aprender a lidiar: las posturas políticas que se presentan en un ambiente artístico. Y el hecho que más me molesta de todo es que se relacione, inmediatamente, el tema del comunismo con el arte. Y es algo que en casi todos lados se ve, desde el famoso vocativo del “compañero” o la “lucha contra el capitalismo” que se ha masificado con el paso del tiempo. Y realmente me sentí incómodo, puesto que prefiero mantenerme neutro en aspectos de política porque siento que todos los sectores mienten y buscan su propio interés: desde los humanistas hasta los opus dei.

El tema de la política se remonta a un tiempo más o menos cercano cuando se inició toda la movilización por el tema del pase escolar y la cuestionada LGE. Fue un día en que me dijeron que si acaso era DC, cosa que me ofendió bastante: “no soy un chueco” como respondí ese día con un toque de humor. Tengo una amiga en ese partido y ella sabe cuál es mi opinión con respecto a ese grupo, lo que no es un impedimento para el cariño mutuo que nos tenemos y para que la considere mi mejor amiga. Pero volviendo al tema de fondo, me di cuenta que es un problema más o menos complejo el hecho de abanderarse en un solo pensamiento y amarrarte a todos los parámetros, a veces extemporáneos, que tienes que seguir en todo momento. En un momento me consideré conservador, pero de a poco he ido abriendo mi mente, sin caer tampoco en el extremo liberalismo (o libertinaje: deformación que tiene el término en algunos lugares). Y en estos momentos me he dado cuenta que es mejor tener tu opinión propia y con posibilidades de variación: después de todo, un gobierno –perteneciente a cualquier sector- tiene aciertos y errores que la historia juzgará a su debido tiempo. Como veíamos en un famoso caso hace un tiempo con Zaldívar en la DC, que por no seguir lo que decía su partido, terminó fuera. Ese fue el punto preciso que me hizo decidir permanecer independiente por todo el resto de mi vida: votar por el candidato que considere más apto y no deber obediencia ciega a un grupo de viejos que a veces no se dan cuenta de que su dirección es errada.

Ahora mi cuestionamiento es: ¿puedo realmente desarrollar el arte sin pertenecer a ningún sector político en específico? Y no es “estar para dónde calienta el sol”, sino que ser libre de opinar de acuerdo al contexto de situación que involucra al hecho, que explique mi determinada postura. Sólo espero que haya más gente que piense de manera similar a mí, en que tu postura política no sea un límite sino un punto de sana discusión: cosa que ya he logrado con varios amigos. Creo que el arte no tiene por qué ser asumido por sólo una visión, sino que es libre de optar por lo que se le plazca: ¿acaso el humano no es libre de ser creador o destructor en las historias que en su mente se generan? Y espero poder continuar en ese lugar sin que las distintas opiniones nos alejen del punto central que es la expresión de nuestra alma a través de esa capacidad humana tan loable que es el arte.

2 comentarios:

Emilio dijo...

Siempre me ha molestado esa relación que la gente hace entre el arte y las posturas políticas. El hecho de que la gente asuma tu forma de pensar a partir de lo que haces. ''Si es artista, músico o filósofo, es rojo.''

Al igual que tú, trato de considerarme neutro, sin cerrarme a un solo partido. De todas formas, la política en Chile está tan muerta que ahora izquierda y derecha no difieren tanto.

Lo único que hay que hacer es irse de aquí lo antes posible.

Marca la diferencia!

Pablo Flores Pineda dijo...

Hahaha hay que irse de aquí lo más antes posible.

hahaha!