domingo, 10 de marzo de 2013

La tarde y el mar

¿Cuántas veces se había amanecido dibujando figuras en las nubes? Su cuerpo era una tabla inerte sobre ese mar incierto de olas indecisas, de sueños dormidos y de viajes que aún estaban por comenzar. Llevaba una sonrisa en el rostro y su cuerpo desnudo flotaba en medio de la naturaleza, como un ser más dentro de tanta maravilla y armonía. Navegaba a la deriva, era un pez más que se movía a través de las corrientes frías del verano y tibias en el invierno. Sus pies tenían las marcas de un camino incierto.

Y, en el horizonte, era una figura más que parecía perderse en el precipicio sin fin.

1 comentario:

E dijo...

Quiero estar nadando en medio de nadaaaa