jueves, 12 de junio de 2014

Luces

El vaivén de las olas se convierte en un silencioso masaje para los pies, aferrados a las maderas de ensueño que se han aclimatado para la ocasión. A simple vista, nadie observa el movimiento: las sombras se mueven de forma tan cuidadosa que todo parece inexistente. Las olas a lo lejos se esconden, revientan en un playa solitaria, casi fantasmal. Y en eso, a veces recordaba sus extrañas intenciones, un tanto impulsivas, de lanzarse a las aguas para capear esos 30 y tantos grados que le hacían querer desprenderse de la ropa. ¿Por qué estaba prohibido sumergirse en esas aguas, si estaban a vista y paciencia de todos? Le importaba un comino si chocaba con una lancha.

En medio del vaivén, la respiración acelerada llegó a un punto terrible, casi fatal. Se detuvo en un grito y en la tensión de cuerpos que lentamente se volvían a relajar. Las luces de Venecia iluminaban el horizonte.


Fotografía: Venecia (junio 2010), Italia.

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