martes, 20 de julio de 2010

Lluvia.

Un día de lluvia sorpresiva, avenida libertad con la lluvia golpeándome con fuerza. Un nuevo chip para el celular y la amenaza de un rayo que podría salir tanto de mi imaginación como de alguna nube que chocara con otra por no sé qué situaciones de cargas eléctricas. Espero una llamada, llevo una bolsa en la mano haciéndolo promoción a una empresa... me da igual. Me cobran $120 en la micro y doy gracias por esa subvención al transporte que llegó, tarde, pero llegó. Gracias, Dios, por favor concedido. Llueve a cántaros y agradezco esa bienvenida por parte del invierno chileno.

El frío me ha corrupto un poco las neuronas y hasta los pensamientos: llevo más de una semana aquí y ya comienzo a darme cuenta de que el sueño se ha acabado y es momento de cerrar los ojos y caminar por los oscuros callejones del silencio, de lo que queda de recuerdo... de lo que sigue en pie después de tantas réplicas. Solo un pedazo de esos adoquines que han sacado del Pasaje Galvez -situación por la que debo confesar mi absoluta molestia-, solo un pedazo de esas tardes en que soñaba con un sueño que ya soñé. Un fragmento de esa tarde en que estuvimos tan cerca y nacieron ilusiones, un pedazo de este momento en que renacen esas mismas ilusiones de un futuro que comienza muy pronto: los planes ya no abarcan las lejanías.

La lluvia me impide ver más allá del vidrio. Regreso a casa con frío, con mucho frío. Me dormiré un tanto ansioso pensando en todas esas cosas que quiero que sucedan y que tienen probabilidades de suceder.

Fotografía: Granizos (27 de septiembre de 2009, Quilpué).

sábado, 17 de julio de 2010

Instantes

Siento el silencio de esa mirada que adoraba
y que aún adoro,
como si en este momento estuviese a mi lado otra vez.
Siento esa ausencia que predije
y la necesidad de tenerte cerca,
como tantas otras veces antes.

Cargamos con un adiós que nos duele,
cargamos con una historia que nos une
y nos hace volver nuevamente a recorrer ese mundo,
esas calles iluminadas -silenciosas en invierno-,
esos rincones donde quedan ecos de nuestros pasos.
Donde florecieron instantes que no volverán.

Fueron tardes de lluvia, de nieve,
de viente, tormentas y frío.
Fueron tardes de estío,
primavera, calor y buen tiempo,
nuestras huellas plasmadas en la arena meditarránea.
Fueron caricias que calaron en lo más profundo de mi alma.

Fueron instantes precisos,
para ti y para mí,
fueron tiempos lejanos que pasaron,
fueron distancias que desaparecieron.

(El tiempo se nos escapó de las manos
y nos dejó a cada uno por su lado,
con recuerdos, sensaciones indescriptibles
que quisieran volver a renacer).


Fotografía: La Alhambra, Granada, España.

viernes, 16 de julio de 2010

Adiós, España

Creo que me veo en la necesidad de alterar un dicho y hacerlo a mi propia manera, por tanto, no hay bien que dure cien años ni afortunado que pueda contarlo. Mi estadía en España ha sido una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida y estoy conciente de que estos momentos los recordare para siempre, cada segundo, cada instante casual que se fue anotando en la hoja de mi existencia. Si hay uyna palabra que encierra lo que me ha sucedido acá, sería 'crecimiento', me siento capaz de aftrontar nuevas metas y de luchar contra lo imposible para hacerlo real, porque, nuevamente, creo haber comprobado que se puede volar; los sueños adquieren sus propias alas y cuando ya están en las alturas, no van a volver a bajar.

Aprendí, aunque en pequeña escala, el arte de lo improvisado, de la destrucción de reglas y de esos esquemas mentales rígidos por los cuales transitan muchas de mis acciones. La vida es una sorpresa en sí misma y como tal, hay que darse esa oportunidad de algo inesperado y de sorprenderse. Hace unos cuantos meses me creía incapaz de sobrevivir por mí mismo, lejos de los míos. Dudé mucho y también sentí miedo. Definitivamente, pensé demasiado en conceptos baladíes que solo acabaron en silencios y la certea de que no eran necesarios en lo más mínimo. ¡Romperse, quebrarse, caerse, cometer errores, vivir, llorar, amar... sentir! Luego de tantas emociones me he dado cuenta de que estoy más vivo que nunca.

Aprendí de que hay gente con quien uno tiene conexiones especiales y que una mirada sincera es capaz de conquitar hasta el más perfecto de tus argumentos. Un abrazo es algo tan simple que encierra momentos complejos... y que entrega demasiado. Aprendí que es necesario decir "te quiero" todas las veces que sientas que debes decirlo, sin límites de caracteres de SMS -o de páginas ocupadas en tu cuaderno-, ni de veces al día.

Las estrellas en el cielo son un buen reflejo del mundo que existe allá arriba y del que estás pisando. Me di cuenta de que muchos sueños se cumplieron en el momento preciso y que ese sabor me ha de quedar por siempre. Me siento más fuerte, tal vez un poco más adulto y creo que puedo ser una mejor persona.

Son tantas las cosas que he aprendido y tengo el deseo de tener a la gente que he conocido este 1er semestre 2010, pero en Chile, compartiendo con toda la gente de mi vida normal... todo ha sido un gran sueño del cual ahora despierto. Estoy seguro de que ha sido el mejor sueño que he tenido en la vida y es el pie de muchos otros sueños bellos y grandiosos.

(Aeropuerto de Madrid-Barajas, sábado 10 de julio de 2010, 20.05, algunas horas antes de subir al avión de regreso a Chile).

Fotografía: Estación Aeropuerto T4, Aeropuerto Madrid-Barajas, Madrid, España.

jueves, 8 de julio de 2010

Entremezcla de tiempos

En mis sueños se entremezclan tiempos remotos que difícilmente pueden coincidir en un espacio real. Coincide una ucronía y una utopía en un mismo instante, sin remedio. Las mismas calles solitarias olvidadas de mis caminos pasados, las mismas luces de ciudades nuevas, los mismos temores de un adolescente que no crece, las mismas canciones que dieron origen a todas las historias. Un big bang... tal vez un big crunch, el choque de dos mundos que dan el origen a nuevas especies.

Anoche soñé con un universo del pasado que huye, entremezclado con un presente escurridizo y un futuro que ya carece de adjetivos.

Fotografía: Sevilla, España

miércoles, 7 de julio de 2010

Sucesión de incoherencias coherentes

Palabras cortadas: un, dos, tres.

Un tren viene a lo lejos y no se detiene en la estación que corresponde.
Una estrella fugaz en el camino de estrellas.
¿Campos iluminados? ¿Misterios que no entiendo?
Todo.
Canciones en español con acento ibérico.
I speak english, I think.
No hablo francés.
No capicio italiano.
Nada.

Un panqueque de chocolate por 2.5 €.
Un helado del Eroski que aún no he probado.
Suspiro de limón, suspiro limeño, suspiro santiaguino o calor albaceteño.
Calor de más de 25º cuando han pasado las 22 horas.
No puedo dormir por el calor.

(Evadí muchas veces lo que pensaba y sentía,
ahora que me despierto abrazado a tu nombre
descubro ese futuro de tu ausencia).

No pudimos contener un feeling.
La coca cola con limón y hielo es sabrosa.
El queso frito en las "tascas" es delicioso.

Voy a echar de menos Albacete.

Fotografía: "Las tascas", Albacete, España.

lunes, 5 de julio de 2010

Albacete a las 5 am.

Es extraño regresar a Albacete a las 5 am. El tren nos ha dejado en Almansa y el regreso en taxi hasta la ciudad ha tomado su tiempo, lo bueno es que no he tenido que pagar nada extra y que me han traído hasta la puerta de mi departamento. Me quedé pegado mirando la noche a través de la ventana del taxi; me da nostalgia pensar en que esas son las últimas noches en que veré ese cielo, el camino de regreso 'a casa' me traía el recuerdo de tantos buenos momentos que no quiero olvidar. Es extraño -pensaba- que en una semana serán estas estrellas, esta oscuridad, esta noche, la que me acompañe en mi camino al regreso.

Las luces de la ciudad me confundían un poco, las calles iluminadas por la noche se ven un tanto distintas. ¿Acaso comienzan ya a decirme adiós? He tenido que evitar las lágrimas en más de alguna ocasión. Albacete se roba una parte de mi vida y yo me robo una parte de Albacete; lo que ha sucedido acá es algo que hará ecos en mi historia y ya lo sé, quiero que así sea. Pero luego, al salir ya no se puede volver a mirar atrás. El viaje hacia esas luces de la ciudad entre los llanos parece acabar... pronto será tiempo de regresar.

Fotografía: Carretera de Valencia, Albacete, España.