domingo, 5 de abril de 2015

Más allá de la cima de las montañas

Era como si algo en ese silencio le recordara a otro lugar. Algo así como una carretera extensa e interminable, algo así como una huida. ¿De qué huía? ¿De quién? Nunca en su vida había conducido un vehículo como aquel, acostumbrado solo a pilotear naves espaciales, pero era como si lo hubiese hecho toda su vida. ¿De quién huía? Sentía su corazón inusualmente acelerado: quizás no huía, sino que iba en busca de alguien. ¿Para qué? Las líneas de una carretera oscura perdida conducían hacia un cúmulo de luces que comenzaban un poco más allá de la cima de las montañas. La ciudad, la ciudad: la perdición. Levantó la vista en busca del espejo retrovisor y encontró una mirada que no era la suya, pero en la cual se encontraba. Fue en el momento en que se levantó del suelo y se dio cuenta que, por poco, hubiese muerto ahogado en una de sus clásicas apneas de sueño. Sintió el ruido de unas pisadas que se acercaban a ver que todo estuviese bien.

- ¿Sigues ahí?
- No hay muchas opciones de movimiento.
- Muy bien.

Nuevamente la soledad y frialdad de aquel calabozo subterráneo. Las cadenas en sus manos y tobillos lo hacían la presa más indefensa de cualquier bestia nocturna, de esas que abundaban en aquel desconocido planeta. Quizás, en algún momento, alguien se acordara de traerle ropa un poco más gruesa. El hielo colgaba a través de las paredes, donde veía el contorno de cuerpos congelados en el olvido. No, a él no le sucedería lo mismo.



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