Las estrellas dan vueltas alrededor y las observo en su danza que no parece ser tan macabra. Invitan al vuelo, invitan al baile, pero nadie se les arrima por temor a flotar. ¿Qué hacemos? ¿Qué harás? Observar o ser parte del show: he ahí el dilema que no sabes cómo llevar. Porque al final de cuentas, los números se convierten en palabras y no al revés: las palabras se transforman en conjuntos y los números dan vuetlas alrededor al alero de su principal significación: son un signo, como todos los demás aunque se crean superiores. Porque la mente está constituida de mundo y el mundo está constituido de palabras: ¿existimos si no es a través de algún tipo de lenguaje? No sé si lo vayamos a saber en algún momento.
Cuando de pronto te das cuenta que estás de pie frente a un público que no quiere escucharte y que, a la larga, te importa un comino si te oye o no. Cuando de pronto te das cuenta que giras alrededor de una muralla escondida, de una mapa topográfico que has inventado al interior de tus ensoñaciones: un mapa que se mueve, las montañas que crecen y la energía que oscila a su alrededor. Son elefantes en color o quizás dos gatitos siameses algo travesitos muchas veces que dibujan un camino con sus pisadas juguetones que generan una estela alrededor. Ensoñaciones, locuras en color blanco y negro o tal vez sepia, qué se yo.
Los edificios comienzan a tambalear una vez más, una vez más, todo se mueve, todo se mueve, se mueve todo, se mueve, se mueve, mueve, mueve, todo. Un baile, ¿quieres ser parte del baile? ¿Quieres bailar como un elefante en color hablando de un juicio final con un libro eclesiástico de dudosa reputación? ¿Crees que es virtuoso hablar de Dios y llenarte los bolsillos producto de tu religión? Hablas del pecado, lo condenas: ¿se te olvida que la mentira que tú llevas es también un pecado que te llevará a tu propia condena? Baila, baila, eres solo un elefante en color que desaparece cuando la realidad se besa ante tus ojos y te perturba ver que tus estructuras tan sólidas no existen. Tiembla, tiembla, tiembla, todos se mueve, se mueve, mueve, mueve, mueve, todo. Tiemblan tus neuronas alicaídas por la farsa: todo lo que dices es una falacia.
Y sabes que te llenarás los bolsillos de dinero criticando al resto, impidiéndoles pensar. Y sabes que tu mentira ha llegado lejos, pero te duele ver que tu reinado tiende a la autodestrucción, a tu caída, a tu olvido, a tu silencio. Se acaba el baile a color: se revelará pronto el demonio que se cubre en tu cara y huirás hacia las tinieblas de las cuales formas parte. Tinieblas a color donde condenarán tu alma, donde se quemarán tus palabras, donde se quemará tu sinismo. Adiós.
1 comentario:
Me pregunto qué habrá sido de los religiosos del mirador... xD
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