Tal y como lo dice el título de la entrada: ya estoy sacando cuentas felices al ver que los días avanzan rápido y que las semanas parecen hacerse más cortas, lo que implica una necesaria aceleración en la sensación de tiempo y en mi permanencia en un establecimiento que, desde un principio, no me ha gustado. Lo digo abiertamente aunque sea políticamente incorrecto -esperando, claro, que esto no llegue a la lectura de gente que no corresponde- porque creo que debo canalizarlo en algún lugar y el blog es ese espacio virtual destinado para ello: léalo, disfrútelo, si no lo entiende no importa. Veo feliz que ya solo quedan 4 semanas de clases, 8 sesiones de tolerancia mutua entre los alumnos y yo, 4 semanas para presentar la tesis y algo así como 6 para presentarla y ver si esto apto para ser considerado licenciado en lengua. Wow.
Creo que, de todas formas, me causará algo de nostalgia dejar el colegio, pero también creo que la nostalgia no me durará mucho: comienzo a pensar en algún grito de alegría al salir, en lanzar todos los improperios que me he callado, en contener mi cara de felicidad al decir adiós. Nunca se sabe, en realidad, pero por el momento es mi motivación: terminar luego con esto. Una semana que acaba es una hoja que se arranca del calendario y se arroja al basurero para luego desechar. Así de simple. Pero, a la vez, es una semana menos de tiempo para terminar con la redacción de mi tesis que es lo que realmente me importa en estos momentos.
Ya queda menos y eso me pone feliz, aunque ansioso. El segundo semestre es una nebulosa, pero en el fondo igual siempre veo la luz.
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