Una noche fría de invierno cruzando el puente que va a dar al otro lado de la ciudad, cuando el cielo se cubre de silencio, la gente se cubre de bufandas y las palabras se cubren de sueño. Carecen de energía, quieren hacer muchas cosas, quieren vivir, quieren saltar a lo lejos. Las palabras que quieren transformarse en un mundo que se cae a pedazos, un mundo que no encuentra conexión. Un mundo de cantina donde se escuchan los amores perdidos de varias personas que se dejan caer en el alcohol o de amantes que se encuentran a la luz de las velas para mirar las luces de los barcos que avanzan desde el mar. Las aguas se agitan, el cielo se inquieta, las nubes avanzan sobre los cerros amenazando con dejar caer la frialdad de la nieve sobre los callejones que jamás han visto la blancura que cae del cielo.
Todo se transforma en hielo.
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