La espera tuvo frutos: casi media hora de espera para poder ingresar a mi clase de tesis, la revisión del marco metodológico y del informe del estadístico respecto a la muestra que obtuve para mi análisis. Todo lo que se da vueltas en mi cabeza corresponde a tesis y se repite al unísono: tesis. Pero no es algo que me desagrade como lo es la práctica, muy por el contrario, es lo que más me motiva. En un primer momento, me asusté al ver que mis resultados eran diferentes a lo que estaba esperando y que, definitivamente, no podré cumplir con mi hipótesis: lo que uno busca es rechazar la hipótesis nula y en mi caso, es la que se confirma. Aunque parezca un fail, no lo es en absoluto: simplemente, el estudio dio ese resultado y ahora me toca explicarlo. Explicar, explicar. Al menos ya sé que mi estudio corresponde a uno de tipo cuantitativo correlacional causal, de carácter no experimental, donde el proceso de inmersión pasa a ser un factor. Aunque parezca que hablo en chino y tiro una serie de ideas a la parrilla, espero poder ordenarlo todo en mi cabeza para luego lanzarlo sobre el papel... ¡y defenderlo! Porque ya hay fecha.
Y ahora vuelvo a eso que en algún momento temí: los números. Ya se acordara la Eve de aquellas ocasiones en que me decía que debí haber estudiado estadística: algún talento de predicción había en esas palabras. El problema es que mi inteligencia humanista me dificulta un poco entender tanto número, valor-p, potencia, significatividad al 5% y una que otra condición más. Queda un mes para ordenar todo y creo que es suficiente. Me motiva muchísimo este momento.
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