Qué entretenido es ver que pasa el tiempo y que aún es posible coincidir por instantes con las personas que te han acompañado durante tu formación y que, producto de las vivencias en conjunto, han pasado a ser grandes amigos en quienes confías pese a no verlos con tanta frecuencia como antes. Pese al estrés de una práctica que definitivamente es la peor de toda mi carrera y el cansancio del trabajo en la tesis (que sí me gusta y me motiva), siempre es bueno dejarse un poco de tiempo para reencontrarse con esa gente que siempre ha estado contigo. Fue así como acordamos reunirnos hoy con Karina luego de casi 3 meses de no vernos y me siento muy alegre de haber podido llevar a cabo este encuentro, de volver a contarnos de nuestras vidas, de ver que hemos crecido y que cada quien comienza a luchar por sus sueños que cada vez se hacen más grandes. Es sorprendente ver cómo hemos cambiado: la vestimenta no es la misma y nos vamos acercando a esa temible apariencia de ser "adulto"... aunque con mente de niño, siempre. Una conversación en Color Café y un caminata para ponernos al día de todos nuestros aconteceres: simplemente, genial. Son esos detalles diarios que me alegran, con los mismos consejos que siempre me han hecho bajar de mi mundo acelerado hasta alcanzar una realidad un poco más calmada.
Una de las cosas que más he aprendido a valorar en el último tiempo es la amistad y, sin lugar a dudas, me doy cuenta de que he encontrado a una persona genial, confiable y sincera dentro de este camino universitario. Y son de esas amistades que perdurarán en el tiempo.
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