Un hilo de luz que se convierte en continuo y un viaje en el tiempo, cruzamos la ciudad a toda velocidad y el Marga Marga disecado nos mira desde su lecho de estatua de exposición: ya quisiera él volar tan rápido en dirección contraria a la gravedad mientras las almas en vela cantan y bailan al ritmo de la salsa que sube y baja en el interior de un pájaro sin alas, pero con ruedas. Ruedas que giran a la velocidad de las luces que se proyectan desde Forestal y todos esos rincones ocultos en aquella ciudad de edificios iguales. Y a cada detención, más de algún pasajero mareado por la bebida puede perder el equilibrio y acaso golpear a otro en un efecto en cadena que puede concluir con algún improperio contra el conductor y su pésimo forma de conducir: es el riesgo y la aventura de cruzar el Gran Valparaíso en dirección al valle dormido que aparece detrás de Canal Beagle.
La gente se sube y el microbús se repleta de tal forma que pareciera ser horario punta, pero no lo es. Algunos pasajeros ya duermen, mientras otros escuchamos la música que mantiene la fiesta al interior y nos hace echar de menos una bola-disco que proyecte las luces hacia el exterior. Algunos querrían bailar o salir al "pasillo de baile", pero otra persona con varios grados menos de alcohol en el cuerpo que él le impide su hazaña por su propio bienestar. Si el alcohol fuera legal en la vía pública, es seguro que la micro sería una cantina de dudosa reputación, aunque ya sabemos que la ilegalidad se traduce en el incentivo perfecto para hacer las cosas igual (o pregúntele a los hijos de la Señora Constitución). Y mientras el sueño comienza a invadir tu cuerpo, ves que los edificios aparecen como semillas de porotos que en un pocos días germinan dentro de un algodón. Plantas de porotos, con porotos por doquier, porotos y más porotos que aumentan la población y generan congestión vial, necesidades de transporte y el recuerdo de que "Santiago es Chile" y que las regiones no existen.
Son las 02.05 a.m. y la micro se detiene en 1 norte con puente Libertad: improperios de los pasajeros que obligaron a cambiarse de micro porque "estos conchesumadre siempre hacen la misma wea" (sic). Aceleran los motores y no sé cómo, en qué momento, mediante qué circunstancia, individuo, instrumento, complemento del nombre, directo, indirecto o lo que sea, pero la micro saca sus 4 alas-ruedas y avanza a toda velocidad desafiando las leyes de la gravedad -y del tránsito, muy probablemente- para acortar distancias. Son las 02.20 y se detiene en el centro de Quilpué, luego de un increíble viaje en el tiempo que te hace desear poder llegar así de rápido a los lugares durante el resto del día. Las micros también vuelan.
1 comentario:
Leerlo fue como tomar una de esas micros... xD
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