Suena el despertador y las ganas de levantarme disminuyen de manera proporcional al avance del semestre. Nadie dijo que ese semestre final -que en algún momento se veía tan lejano- fuese capaz de dejar exhausto y con las neuronas convertidas en un verdadero caldo molido de irritaciones estomacales, dolores de cabeza y más de algún intento de homicidio frustrado. Crímenes de estado, contra el magisterio, contra la legislación educativa, contra la universidad o qué se yo: la práctica final docente es una de esos trámites que duran todo un semestre y que, a veces, se te hacen tan eternos como el peor de los castigos. Pero es así, es parte del proceso y se supone que todos debemos salir con vida de ello, listos para recibir un título, sonreír, posar para la foto y tirarse a la jaula para que los leones te ataquen.
Lo positivo del asunto es que ya cada vez va quedando menos: solo 8 semanas me separan de decir adiós y de iniciar eso que se supone serán vacaciones, de presentar la tesis que me ha mantenido feliz pese al trabajo. Asimismo, me he dado cuenta que el trabajo se ha tornado cada vez más relajado puesto que he sabido encontrar los momentos para llevarlo de ese modo, es decir, he tenido la oportunidad de acercarme un poco más a los alumnos y conversar de diversas temáticas más allá de la misma sala de clase. Creo que es bueno ver que un profesor también es un persona de carne y hueso que a veces quiere mandar todo a la misma mierda, sobre todo luego de lidiar con un grupo de personas que no te quiere escuchar a menos que le pongas regetón (por último música de calidad, pero no, quieren regetón). De gente que le gusta agrandarse cuando en realidad, como nos cuenta aquel dicho, no le han ganado a nadie. Y yo sigo aquí, escribiendo en mi blog cada día para demostrar que algo me queda de vida y que las calorías que se evaporan a cada tecleo se convierten en alguna palabra plasmada en la red.
Es claro que ya se me olvidó por qué entré a la carrera. Es claro que me da muchísimo miedo verme con el título y comenzar a ejercer puesto que la primera opción es algo que, inicialmente, no pretendo. Pero qué se le va a hacer: confiar en la vida de que todo va a salir bien y que será lo mejor. Y como siempre está en pie la opción del apocalípsis de este año 2012 - la archi prostituida teoría relacionada a los mayas, a Nostradramus y más recientemente a Salfate-, mejor me dedico a disfrutar las pequeñas alegrías del presente y pensar, de a poco, en lo que se viene. Las cosas se van dando por sí solas y, reitero, creo, confío, afirmo... etc, que será para bien.
1 comentario:
chuuu
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