domingo, 16 de marzo de 2008

Una semana eterna

De regreso a las pistas; el despertador vuelve a sonar a las 6 de la mañana (aunque termino levantándome media hora más tarde), la luz permanece encendida hasta pasada las 12 de la noche, 20.000 hojas se apilan en mi escritorio esperando por ser leídas, vuelvo a poner mi puño sobre cuadernos en blanco que de a poco comienzan a llenarse, vuelvo a llegar a mi casa con dolor de cabeza y con ganas de dormir, vuelvo a caminar por el edificio Gimpert y Rubén Castro buscando las salas en donde voy a tener alguna clase. Todo vuelve a esa normalidad que el año pasado era tan temida y ahora, de a poco, comienzo a asumir tal y como es: “normal”. Y en cierta medida hasta estoy contento de que así sea, pese a que no estaría nada de mal poder tener todos los días para dormir hasta tarde y tener el control absoluto de mi tiempo.

Típico que la primera semana es de adaptación y bien dicho está: el primer día me levanté con demasiado tiempo de anticipación y no me fue muy grato quedarme media hora viendo tele para hacer la hora; esos 30 minutos perfectamente podrían haber sido ocupados en algo mejor: en dormir. Pasaron algunos días para que recordara que uno puede hacer todas las cosas en media hora, salir corriendo a tomar la micro y llegar a clases puntual. Lo bueno, es que hubo algunos hábitos que quedaron para siempre tales como dejar los cuadernos listos la noche anterior y hasta la ropa, lo que agiliza bastante mi desplazamiento en una mañana apurada.

Otra de las cosas que no pudo dejar de llamarme la atención, fue el ánimo que tenía cuando iba de pie en la micro escuchando una que otra canción cuya calidad dejaría harto que desear, pero cuyos efectos de risa me hicieron comenzar un buen día. Pensé que iba a ser imposible que tomase como un buen comienzo viajar en esas condiciones y me alegré de la disposición con que llegué a clases, pese a tener demasiado sueño. Así como cuando dije que tenía que leer tantos textos como lo que leía el año pasado, con la diferencia de que hasta me sentía contento de tener que leerlos… y eso sólo puedo ocurrir porque me gusta lo que estoy haciendo, ya que si tuviese que leer esa cantidad de papeles en biología es más que seguro que no lo haría y me daría lo mismo la nota que me sacara (como ocurría en el colegio).

Y así pasó la primera semana de adaptación al 2do año de mi carrera, que espero concretar en el tiempo establecido. Una semana bastante terrible por ser el principio y por la pérdida de la costumbre a la rigurosidad del sistema y del horario, pero que espero se suavice (en realidad, que me acostumbre) con el paso de las semanas. Una semana lo suficientemente eterna como para preferir dormir en vez de salir hasta tarde. Ahora a esperar por lo que sigue...
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Namás - Gepe
Saludos!
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kinkan ®

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