Uno de los males de este tiempo es buscarle la funcionalidad a todo: el agua para beber, el aire para respirar, trabajar para obtener dinero, dinero para comprar aparatos que a la larga nos causan enfermedades y locura, enfermedades y locura para gastar más dinero en medicamentos… etc. Y es un concepto que se ha masificado tanto a medida que avanza este proceso de globalización, Diderot y D’Alembert ya no tienen la culpa de esto con la invención de su imprenta, sino que la tiene en parte el creador de internet o Bill Gates por crear tanto hardware y software revolucionario. Sin duda que hice una visión un poco negativa de lo que han sido los interminables avances a los que nos hemos visto a lo largo de los últimos siglos y ya todos podemos comprobar que no han sido del todo malos, en la medida que muchos nuevos conocimientos han aportado notablemente a la mejora de nuestras condiciones de vida. Sin duda alguna, creo que me sería bastante más difícil si no tuviese conexión en mi casa o si no tuviese computador (gracias Bill por favor concedido). O el hecho de acceder a tanto conocimiento que antes no se podía… en fin, un tema que da para harto.
A lo que realmente iba –y nuevamente me doy cuenta de que me estoy yendo por las ramas- es el hecho de que todo el mundo busca que las cosas tengan una función determinada con luces similares a las de un letrero de neón: una utilidad y que no signifiquen una fútil pérdida de tiempo. Todo surgió a raíz de una conversación con mi amiga Nany (que hacía tiempo no hablaba con ella) que me pregunta si todavía yo escribía. Alegre le dije que sí –y me sentí demasiado bien- y entonces me pregunta si tengo blog… jajajaja. Entonces me empieza a comentar de que está planeando hacerse un blog para ella, pero no sabe qué finalidad tiene para ello. Y ahí me entró todo el bichito anti-funcionalista del mundo, apoyándome en los contenidos que he estado viendo en una asignatura que han ido alimentando esa ira contra ciertas reglas: ¿acaso no puedo caminar, simplemente, porque se me dio la regalada gana de salir a dar un paseo? Algunos dicen que no; si camino es para fortalecer los músculos… y así un sinnúmero de ejemplos que podrían tenerme horas escribiendo en base a eso. Yo escribo porque es algo que me gusta, porque me llena, porque puedo expresar mis pensamientos y despejarme de tantas cosas que me atormentan y… simplemente, por escribir. ¿Acaso no se puede, acaso está malo? ¿Acaso mis escritos tienen que servir siempre de algo? Sólo me gustaría saber que a alguien le sirvieron para conectarse con ese mundo interno, pero no sé si me gustaría ver que todo cae en una norma y se establecen probetas con las letras que he escrito.
Logré convencerla (no especifiqué toda la conversación: no era necesario) y al final me dijo que se iba a hacer el blog, pero aún no he sabido nada y estoy expectante. Y sigo pensando en el arte por el arte. No se necesita tener una finalidad antes de iniciar el camino, sino que uno puede ver que aprendió mucho sin tener un rumbo fijo; como dice el poema de Machado: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”. Y así suceden las cosas, al crear este blog nunca supe dónde iba a llegar… y aún no lo sé.
A lo que realmente iba –y nuevamente me doy cuenta de que me estoy yendo por las ramas- es el hecho de que todo el mundo busca que las cosas tengan una función determinada con luces similares a las de un letrero de neón: una utilidad y que no signifiquen una fútil pérdida de tiempo. Todo surgió a raíz de una conversación con mi amiga Nany (que hacía tiempo no hablaba con ella) que me pregunta si todavía yo escribía. Alegre le dije que sí –y me sentí demasiado bien- y entonces me pregunta si tengo blog… jajajaja. Entonces me empieza a comentar de que está planeando hacerse un blog para ella, pero no sabe qué finalidad tiene para ello. Y ahí me entró todo el bichito anti-funcionalista del mundo, apoyándome en los contenidos que he estado viendo en una asignatura que han ido alimentando esa ira contra ciertas reglas: ¿acaso no puedo caminar, simplemente, porque se me dio la regalada gana de salir a dar un paseo? Algunos dicen que no; si camino es para fortalecer los músculos… y así un sinnúmero de ejemplos que podrían tenerme horas escribiendo en base a eso. Yo escribo porque es algo que me gusta, porque me llena, porque puedo expresar mis pensamientos y despejarme de tantas cosas que me atormentan y… simplemente, por escribir. ¿Acaso no se puede, acaso está malo? ¿Acaso mis escritos tienen que servir siempre de algo? Sólo me gustaría saber que a alguien le sirvieron para conectarse con ese mundo interno, pero no sé si me gustaría ver que todo cae en una norma y se establecen probetas con las letras que he escrito.
Logré convencerla (no especifiqué toda la conversación: no era necesario) y al final me dijo que se iba a hacer el blog, pero aún no he sabido nada y estoy expectante. Y sigo pensando en el arte por el arte. No se necesita tener una finalidad antes de iniciar el camino, sino que uno puede ver que aprendió mucho sin tener un rumbo fijo; como dice el poema de Machado: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”. Y así suceden las cosas, al crear este blog nunca supe dónde iba a llegar… y aún no lo sé.
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Enjoy the ride - Morcheeba
Saludos!
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kinkan ®
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