¡Al fin puedo darme un día de absoluto descanso, de poder dormir hasta tarde y ociar durante gran parte de la jornada! Al fin… un día en que puedo decidir dormir o continuar sin hacer nada, teniendo en cuenta que aún tengo dos días más para poder leerme las toneladas de textos que tengo en el escritorio y que intentan apelar a mi conciencia: “léeme, sé responsable”. Hace poco estuve organizándolos y priorizándolos, pero me di cuenta que casi todos son para la misma asignatura, por consiguiente, para el mismo día, así que eso de priorizar no resultó de mucha utilidad. Y llevo 45 minutos extra de lo que dije que iba a permanecer aquí, pues siempre que propongo una hora termino saliendo más tarde porque me quedo haciendo cualquier otra estupidez; ahora me quedé descargando un disco de Enigma que espero esté bueno (el otro día me apareció un grupo nada que ver).
Y este es el famoso viernes santo que cuando pequeño respeta de una manera impresionante: solía privarme de comer ciertas cosas, no escuchaba música y trataba de no hacer muchas cosas. Ahora los tiempos no nos permiten ese lujo y cada día creo que cumplo menos con eso del silencio, será por el hecho de que he aprendido a cuestionar todas las creencias con las que he vivido durante toda mi vida y ahora he llegado a estado de respetarlas y no necesariamente estar de acuerdo: después de todo, que tus padres pertenezcan a una religión no quiere decir que tú también lo serás, obligatoriamente. Hoy incluso reclamé por la tradición de no comer carne en este día, sobre todo por el hecho de que la gente es demasiado incoherente: no come carne como “sacrificio”, sin embargo, va y compra mariscos y se dan otro festín… ¡tremendo sacrificio para los que les encantan los mariscos! Para mí sí sería uno, puesto que no me gustan jajaja.
Lejos de todas las tradiciones: que la televisión pase programas religiosos y películas archirepetidas que ya ni siquiera me doy el tiempo de volver a ver, que la radio haya disminuido los decibeles y que algunos vayan a misa; creo que al fin puedo perder un día de clases para hacer nada. Sí, aunque sea un viernes en que ya es poco lo que se hace, pero las casi 10 horas que pude dormir es algo que se agradece por completo. Nuevamente me doy cuenta de que no he tomado ninguno de los textos y que después se me va a acabar el tiempo; lo que no se me va a olvidar es que hoy, sí o sí, me dedicaré un tiempo a escribir algo: no me gusta pasar mucho tiempo sin escribir.
Y no sé si creo en todo lo que me están diciendo, no sé si dejaré de creer para toda mi vida o si acaso voy a tomar lo que considero bueno. No sé, incluso, si es que les vuelvo a creer. De momento seguir pensando y buscando en mi interior si es lo que necesito para poder sacar una conclusión. Aprovecho este festivo y esta interrupción a la semana normal, porque se vienen eternas semanas en que la normalidad puede ser letal.
Y este es el famoso viernes santo que cuando pequeño respeta de una manera impresionante: solía privarme de comer ciertas cosas, no escuchaba música y trataba de no hacer muchas cosas. Ahora los tiempos no nos permiten ese lujo y cada día creo que cumplo menos con eso del silencio, será por el hecho de que he aprendido a cuestionar todas las creencias con las que he vivido durante toda mi vida y ahora he llegado a estado de respetarlas y no necesariamente estar de acuerdo: después de todo, que tus padres pertenezcan a una religión no quiere decir que tú también lo serás, obligatoriamente. Hoy incluso reclamé por la tradición de no comer carne en este día, sobre todo por el hecho de que la gente es demasiado incoherente: no come carne como “sacrificio”, sin embargo, va y compra mariscos y se dan otro festín… ¡tremendo sacrificio para los que les encantan los mariscos! Para mí sí sería uno, puesto que no me gustan jajaja.
Lejos de todas las tradiciones: que la televisión pase programas religiosos y películas archirepetidas que ya ni siquiera me doy el tiempo de volver a ver, que la radio haya disminuido los decibeles y que algunos vayan a misa; creo que al fin puedo perder un día de clases para hacer nada. Sí, aunque sea un viernes en que ya es poco lo que se hace, pero las casi 10 horas que pude dormir es algo que se agradece por completo. Nuevamente me doy cuenta de que no he tomado ninguno de los textos y que después se me va a acabar el tiempo; lo que no se me va a olvidar es que hoy, sí o sí, me dedicaré un tiempo a escribir algo: no me gusta pasar mucho tiempo sin escribir.
Y no sé si creo en todo lo que me están diciendo, no sé si dejaré de creer para toda mi vida o si acaso voy a tomar lo que considero bueno. No sé, incluso, si es que les vuelvo a creer. De momento seguir pensando y buscando en mi interior si es lo que necesito para poder sacar una conclusión. Aprovecho este festivo y esta interrupción a la semana normal, porque se vienen eternas semanas en que la normalidad puede ser letal.
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Messages - Vangelis
Saludos!
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kinkan ®
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