Se acaba una semana agotadora: al fin es día viernes y sonrío pensando que a partir de ahora tendré un poco más de tiempo… para seguir leyendo todas las cosas y terminar algunas actividades que serán evaluadas próximamente. Se acaba una semana en que el tópico fue acostarse después de las 12.30 de la noche y levantarse entre las 06.30 y las 08.10, una semana en que la somnolencia era pan de cada día y los rostros de todos comenzaban a reflejar el cansancio; las ganas de mandar todo a la mismísima mierda y tirarse a dormir en cualquier lugar. Una palabra cuyo significado comienzo a olvidar es “dormir”, al menos ya no lo puedo concebir dicho significante con el mismo significado que hacía un tiempo me hacía evocar las casi 12 horas de sueño en que mi cuerpo tenía energía de sobra para poder salir durante 4 días seguidos.
Y he tenido botado todo lo que me gusta por realizar esto que también me gusta: el estudio del lenguaje y la literatura. Cada día me doy cuenta de que hice la correcta elección y que, definitivamente, este es el lugar en cual debo estar por el resto de mis días. Pese a las dificultades que pueden ir surgiendo en el camino y a ciertas cosas con las cuales no estoy de acuerdo, creo que me agrada cada día más subir las escaleras del Gimpert e internarme en las mismas salas de todos los días, con ese aire agobiante que a veces asfixia, y con esos cabeceadas que uno se pega en alguna clase de las 8 de la mañana (o también de las 2 de la tarde, después del almuerzo). Cada día mi mochila se va viniendo más cargada de fotocopias y veo como el dinero se me va de las manos de una manera acelerada (mientras sumo razones para no tener hijos hasta que pueda mantenerme a mí mismo, cosa difícil).
Y una cosa que me llamaba la atención es que he tenido que discutir demasiado esta semana, pero he aprendido a quitarme esa errada concepción de discutir como algo negativo; después de todo, corresponde a contraponer ideas y defenderlas, intentar llegar un consenso o bien continuar el debate hasta que los argumentos sean lo suficientemente convincentes como para hacerme cambiar o no de pensamiento. Y hoy fue uno de esos días en que el tema estaba enfocado en por qué una escuela estructuralista planteaba una teoría (si la planteaba efectivamente, si no lo era y argumentar). Un quebradero de cabeza que acabó cuando la iluminación del espíritu de Saussure apareció de improviso sobre nosotros y me hizo ver que pasé algo así como una hora buscando ideas, pero una hora que fue buena.
Quedan aún temas por conversar con tanta gente; tantas cosas diversas de un extremo a otro. Ya habrá tiempo para todo.
Y he tenido botado todo lo que me gusta por realizar esto que también me gusta: el estudio del lenguaje y la literatura. Cada día me doy cuenta de que hice la correcta elección y que, definitivamente, este es el lugar en cual debo estar por el resto de mis días. Pese a las dificultades que pueden ir surgiendo en el camino y a ciertas cosas con las cuales no estoy de acuerdo, creo que me agrada cada día más subir las escaleras del Gimpert e internarme en las mismas salas de todos los días, con ese aire agobiante que a veces asfixia, y con esos cabeceadas que uno se pega en alguna clase de las 8 de la mañana (o también de las 2 de la tarde, después del almuerzo). Cada día mi mochila se va viniendo más cargada de fotocopias y veo como el dinero se me va de las manos de una manera acelerada (mientras sumo razones para no tener hijos hasta que pueda mantenerme a mí mismo, cosa difícil).
Y una cosa que me llamaba la atención es que he tenido que discutir demasiado esta semana, pero he aprendido a quitarme esa errada concepción de discutir como algo negativo; después de todo, corresponde a contraponer ideas y defenderlas, intentar llegar un consenso o bien continuar el debate hasta que los argumentos sean lo suficientemente convincentes como para hacerme cambiar o no de pensamiento. Y hoy fue uno de esos días en que el tema estaba enfocado en por qué una escuela estructuralista planteaba una teoría (si la planteaba efectivamente, si no lo era y argumentar). Un quebradero de cabeza que acabó cuando la iluminación del espíritu de Saussure apareció de improviso sobre nosotros y me hizo ver que pasé algo así como una hora buscando ideas, pero una hora que fue buena.
Quedan aún temas por conversar con tanta gente; tantas cosas diversas de un extremo a otro. Ya habrá tiempo para todo.
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Talk - Coldplay
Saludos!
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kinkan ®
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