Increíble pensar de que las vacaciones se hayan pasado volando; parece como si fuese ayer cuando salí de clases en noviembre y comenzó el descanso de poco más de 3 meses (mayor al que haya tenido durante toda mi época escolar, aún en las épocas más afortunadas) que ahora comienza a decir adiós. Es que han sido tantas las cosas que han pasado durante este periodo; tanta gente con la que he podido hablar, algunos lugares que he tenido la posibilidad de recorrer, una que otra experiencia extraña y, por sobre todo, haber podido pasarlo muy bien. Lo que me hará recordar el verano 2008 como uno de los “grandes”.
Me causa un poco de nostalgia pensar que ya estamos a 1º de marzo y que en 9 días más tendré que regresar a la u, a las clases, al estudio, a las cantidades industriales de guías por leer… en fin, a la vida universitaria en su totalidad que trae muchos beneficios y responsabilidades (que cliché decir eso). Al menos cumplí mi propuesta de iniciar marzo pasándolo bien –anoche llegué a mi casa a las 6 de la mañana- y espero que eso me augura que el año sea bueno: a veces uno inventa supersticiones extrañas para poder pasarlo bien jajaja.
Estaba entrando a mi pieza en la mañana y el calor de un verano que aún permanece y que comenzará a decir adiós –algo así como el 21 de marzo, para dar inicio al otoño- cuando todos volvamos a los libros y trabajos; a levantarnos temprano… Me he puesto a observar las repisas de mi pieza que en estos momentos sólo tienen los cuadernos en los cuales he escrito mis historias y pienso que dentro de poco tendrán más compañía; puede, incluso, que deba dedicarme un poco menos a mi hobby para cumplir con lo que se debe. Inconscientemente vienen a mi mente los recuerdos de mis últimos años escolares en que las tareas y trabajos me hacían sentarme en el escritorio: la más graciosa de todas esas veces fue cuando, estudiando para una prueba de física, di vuelta el cuaderno y me puse a escribir poesía. Claro está que la nota en esa prueba no es un tema que me dedique a comentar…
Creo que es cierto eso que dicen que los rostros de las personas se adecuan al tiempo en el que están viviendo, como que el mismo aire se llene de todo lo que pasa alrededor. Y es así en marzo, el mes más odiado del año que da origen al fenómeno de lo que podríamos llamar “marzismo” (que nada tiene que ver con la corriente de pensamiento de Marx) en que todo el mundo se vuelve loco pagando todo: las vacaciones, las patentes, los uniformes escolares… ¿Por qué se le habrá ocurrido a alguien dejarlo todo para este desafortunado mes de 31 días? Siento como que me hubiesen enseñado a odiar marzo desde muy niño y ahora ya comienzo a asumirlo –podríamos decir, “marzo es y punto” (sin atributo predicativo)-, a vivirlo y hasta a disfrutarlo mientras se pueda. Por supuesto que no tengo que pagar nada aún y tal vez me una al fenómeno cuando me convierta en un padre de familia.
Y, definitivamente, el aire se impregna de todas estas situaciones vividas en marzo. El olor es distinto, el ambiente es distinto y hasta el ánimo es distinto. Cierta ansiedad por regresar a la normalidad; lo importante, tener buena disposición para que todo salga bien.
Me causa un poco de nostalgia pensar que ya estamos a 1º de marzo y que en 9 días más tendré que regresar a la u, a las clases, al estudio, a las cantidades industriales de guías por leer… en fin, a la vida universitaria en su totalidad que trae muchos beneficios y responsabilidades (que cliché decir eso). Al menos cumplí mi propuesta de iniciar marzo pasándolo bien –anoche llegué a mi casa a las 6 de la mañana- y espero que eso me augura que el año sea bueno: a veces uno inventa supersticiones extrañas para poder pasarlo bien jajaja.
Estaba entrando a mi pieza en la mañana y el calor de un verano que aún permanece y que comenzará a decir adiós –algo así como el 21 de marzo, para dar inicio al otoño- cuando todos volvamos a los libros y trabajos; a levantarnos temprano… Me he puesto a observar las repisas de mi pieza que en estos momentos sólo tienen los cuadernos en los cuales he escrito mis historias y pienso que dentro de poco tendrán más compañía; puede, incluso, que deba dedicarme un poco menos a mi hobby para cumplir con lo que se debe. Inconscientemente vienen a mi mente los recuerdos de mis últimos años escolares en que las tareas y trabajos me hacían sentarme en el escritorio: la más graciosa de todas esas veces fue cuando, estudiando para una prueba de física, di vuelta el cuaderno y me puse a escribir poesía. Claro está que la nota en esa prueba no es un tema que me dedique a comentar…
Creo que es cierto eso que dicen que los rostros de las personas se adecuan al tiempo en el que están viviendo, como que el mismo aire se llene de todo lo que pasa alrededor. Y es así en marzo, el mes más odiado del año que da origen al fenómeno de lo que podríamos llamar “marzismo” (que nada tiene que ver con la corriente de pensamiento de Marx) en que todo el mundo se vuelve loco pagando todo: las vacaciones, las patentes, los uniformes escolares… ¿Por qué se le habrá ocurrido a alguien dejarlo todo para este desafortunado mes de 31 días? Siento como que me hubiesen enseñado a odiar marzo desde muy niño y ahora ya comienzo a asumirlo –podríamos decir, “marzo es y punto” (sin atributo predicativo)-, a vivirlo y hasta a disfrutarlo mientras se pueda. Por supuesto que no tengo que pagar nada aún y tal vez me una al fenómeno cuando me convierta en un padre de familia.
Y, definitivamente, el aire se impregna de todas estas situaciones vividas en marzo. El olor es distinto, el ambiente es distinto y hasta el ánimo es distinto. Cierta ansiedad por regresar a la normalidad; lo importante, tener buena disposición para que todo salga bien.
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Time of your Song - Matisyahu
Saludos!
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kinkan ®
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