Quizás sea tú quien sepa el final, que seas capaz de decir qué es lo que va a suceder. Quizás sea cierto eso de que somos pequeños dioses dentro de nuestro universo diegético, dentro del mundo que, en definitiva, es nuestra propia creación. Te tomo de la mano y corremos, huimos de algo que se acerca, buscamos protección: sabemos que la protección está de nuestro lado si permanecemos juntos y abrazados. Corremos por Almirante Montt -creo- y llegamos a casa: los colores de Cerro Alegre se convierten en la morada donde nuestros sueños echan raíces. Llegamos corriendo los tres: tú y nuestro pequeño entran primero mientras yo me quedo cerca de la puerta que no logro cerrar: tiene dos llaves que es difícil hacer calzar. Y te llamo, porque sé que tú serás capaz de cerrarla, sé que serás capaz de darme protección.
Miramos por la ventana: ya han llegado, la profecía parece ser cierta. Vemos una enorme nave que flota sobre los cerros en dirección hacia La Campana, en un día soleado que parece ser agradable. Es como un barco, enorme, que sobrevuela nuestro horizonte de relieves. En un parpadeo estoy en el lugar y una enorme sombra de container nos cubre, mientras intentamos comunicarnos con los seres al interior de esta nave: saludos en varios idiomas, solo entiendo en inglés. Varios saludos y los seres aparecen como un holograma hablando varios idiomas, hasta que logramos entendernos cuandoempiezan a hablar en español. No recuerdo lo que dicen, solo sé que en el momento les pude entender.
Eran las 03.45 de la madrugada cuando desperté.
1 comentario:
Cuando desperté, Kinkan todavía estaba ahí :p
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