Cuando las olas del mar revientan, el rocío del agua humedecen nuestras pieles jóvenes que se abrazan por debajo de las ropas. Somos hijos de ese silencio ensordecedor que está a punto de explotar al interior de nuestros corazones, somos las palabras de ese torrente sanguíneo que se acelera cada vez que una sonrisa nos convoca en una mirada, quizás, un tanto estúpida. ¿Y qué importa la estupidez si es sinónimo de felicidad? Cuando las gaviotas vuelan a lo alto y las calles se llenan de color a nuestro paso, cuando llenamos de música los rincones más sombríos, cuando inundamos de baile los rincones más silenciosos, cuando la ciudad se convierte en eso que queremos que sea.
Somos la silueta de un tiempo que perdura, de una historia que se cuenta una y otra vez. Porque estar locos solo es sinónimo de ser feliz.
1 comentario:
Me encanta estar consciente de que estamos estúpidamente enamorados :p
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