lunes, 26 de marzo de 2012

No imprimas mañana lo que puedes imprimir hoy.

Día lunes y la alarma comienza a sonar a las 07.10 de la mañana con la dulce melodía interpretada por Enya: Only time versión remix. Aunque parezca extraño,sí , me despierta. Desgraciadamente, el día lunes está condenado a ser el que reciba más improperios que cualquier otro día de la semana y es por el simple hecho de que le tocó ser el inicio de lo que todos quisiéramos evitar: trabajar. Pero así es la vida y es como el mundo gira, se da vuelta, como la sociedad funciona y todo el blah blah típico de las teleseries promovidas por los medios de comunicación. Quizás todavía me desperté esperando alguna réplica, pero no pasó nada, con la idea recurrente de que algo se viene y no lo pueden negar. Paranoia. 

Anoche, antes de dormir, decidí que imprimiría al día siguiente (o sea, hoy) los documentos necesarios para mi práctica: el siempre detestable plan de clases que con preguntas bastante idiotas pretende jodernos aún más la existencia de practicantes sonrientes, atentos y "felices" que deben aceptar las reglas de dos instituciones que a veces no se ponen de acuerdo. Sucede que, por error, desconecté mal el computador y se apagó a la mala como diríamos los chilenos. No es nada grave -pensé-, total, es lo que siempre sucede.  Pero al encenderlo, Windows me ofrece la brillante opción de reparar el disco bajo una cláusula encubierta de restauración que, en el apuro de la mañana, no percibí. Y actuando rudamente, no leí nada y puse aceptar. Error 999.999. Primero, perdí mucho tiempo y segundo, cuando vuelvo a echar a andar el sistema operativo que se autodestruye, me doy cuenta de que se han eliminado casi todos los programas: solo se salvó el Office, Skype, el antivirus y iTunes. Mi rostro se desfiguró en el acto: (palabras censuradas por su contenido cargado de improperios típicos de Chile). 

¿Qué iba a hacer? Debía imprimir la dicho sa hojita-jode-vidas enviada por dictamen supremo desde nuestra asignatura universitaria, puesto que era parte de la evaluación de la cual, lógicamente, deseamos salir bien parados. Busqué el disco: Canon... no, no es lo que busco. ¡Lo que busco es el disco de HP! que luego encontraría en su papel reciclado, guardado en el cajón. Empieza a correr y me dice que hay error, porque no acepta que chrome y la impresora se instalen al mismo tiempo. Mierda. Instalé la impresora que era lo que más me importaba: los archivos estaban intactos en el disco duro. Cuando el proceso acabó y veía, con furia, que el reloj avanzaba y que me había levantado temprano en vano, logré imprimir la dichosa guía para contemplar la estupidez de su estructura: ¿Por qué escogió estos materiales para sus alumnos? El colmo de la ironía es que, precisamente, no se puede plantear ironía en aquel documento con alguna respuesta de inteligencia elevada tal como: "porque sí... ¿algún problema? ¡Haga usted la clase, entonces si tanto critica!", o bien, sacar el lado Rosa Espinoza que, en algún momento, todos llevamos dentro. O quizá, invocar el léxico superior de la "Srta" Daniela Aránguiz. No lo sé. 

Tomé el papel, lo guardé en la carpeta, tragué el desayuno para luego acabar viajando en metro para poder llegar a la hora. La supervisión, finalmente, nunca llegó y me quedo con la conciencia inquieta de que he colaborado con la deforestación. Conclusión del día: no imprimas mañana lo que puedes imprimir hoy, porque con Windows nunca se sabe.

2 comentarios:

E dijo...

anoquetecnológico... hasta con linkssss, si tienes la pura car'e cuico xD

Machuk dijo...

noooo!

nunca hay q creerle a Windows!