Las cosas han sucedido demasiado rápido durante este año: sí, lo he repetido tantas veces que dicha frase ya estará incluida en mis conclusiones de fin de año. Tantas y tantas situaciones que apenas me han dado tiempo a respirar: la vida es así, rápida, acelerada y sorpresiva.
Han pasado ya algunos días desde aquel último viernes 14 de diciembre y creo que recién me doy el tiempo de escribir al respecto, puesto que tuve la suerte de poder escapar de la realidad durante ese fin de semana para olvidarme de lo que acontecía. Tal y como deseaba, me comunican que no me renovarán el contrato y creo que mi mirada de alegría los debe haber descolocado. Exactamente, no hallaba donde guardarme las ganas de gritar de alegría y de darle las gracias por facilitarme la decisión -existía la remota posibilidad de que tuviese que decirles que sí continuaba cuando en realidad quería salir corriendo lo antes posible- que tenía mi estómago con gastritis. Puedo decir que ese lugar solo me dejó con problemas gástricos constantes, dolor de cabeza y una autoestima muy por el suelo. Lo que no me gustó mucho fue darme cuenta de que la valoración por tu trabajo equivalía a nada y que, prácticamente, no hiciste nada bien. Hubiese sido muy grato escuchar un agradecimiento por trabajar bien, ser ordenado y cumplir con mis deberes, por intentar ponerle normas a los alumnos, pero ya me doy cuenta que al sostenedor solo le interesa mantenerlos a como dé lugar con la finalidad de llenarse los bolsillos producto de la SEP (lo dije y qué). Descubrí que se trata de un lugar donde les importa un comino si los alumnos aprenden: solo quieren tener una guardería y, definitivamente, no estudié para eso.
Creo que era necesario registrar este acontecimiento: el fin de mi primer contrato laboral, el cual tuvo más penas que glorias. Pero el camino es largo y sé que se vienen muy buenas cosas hacia el futuro... lejos de aquel centro de gente con escacez de coeficiente intelectual (y con ese comentario, me refiero a las autoridades de aquel establecimiento). Lo positivo es que descubrí lo difícil que es mantenerse a flote cuando tienes todo en contra y que, definitivamente, es necesario conocer todos tus derechos y deberes laboral para que no intentan pasarte a llevar. En ese mismo sentido, demostré que pese a ser nuevo, mis argumentos resultaban mucho más convincentes que los de ellos.
Y ahora, se inician las vacaciones indefinidas: merecido tiempo para mí.
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