Ayer recibí con alegría la noticia de que hoy sería oficialmente finiquitado, es decir, que se acabaría mi vinculación con el Colegio Entrevalles de Villa Alemana y que eso significaría la necesaria mejoría de mis trastornos mentales producidos por el estrés, al igual que la gastritis que lentamente ha ido disminuyendo en la medida que pasan los días y me olvido de esos 5 meses de tolerancia a una situación completamente adversa. Y, casualmente, coincidía con mi cumpleaños y eso me traería algo de dinero. Todo feliz, muchas promesas económicas que me hicieron temer el mismo resultado de Juan Herrera en Los 80, en que los dejaban sin ni uno. Me mantuve firme y tranquilo, llegué al colegio y saludé cariñosamente a la secretaria que tantas veces me vio salir a preguntar mil tonteras.
Esperar y esperar a que el sostenedor se le ocurriera atendernos: entrevistaba a profesoras para el próximo año y me hubiese gustado decirle a dichas profesionales que salieron corriendo lo antes posible, que estaban metiéndose en las patas de los caballos. Cuando me llamó, al fin, coincidió con el momento en que estaba hablando mal de él... fail. Se hizo el desentendido y comenzó a hacer el bendito documento, punto por punto, cifra por cifra y apelando a excel para no equivocarse en los cómputos. Menos mal que estuve atento que casi me quita un día del proporcional de vacaciones... "uuh... se me pasó" "uuuh... pero a mí no". Todo bien, todo claro, todo conciso. Firma el cheque ante mis ojos y me entrega el papel que tengo que llevar a notaría... fail. A las 12.35 corría por Progreso en dirección a la estación Villa Alemana en busca de la única notaría abierta en la ciudad: pésima. Villa Alemana es un pueblo que no surge por la ineficiencia de su gente. Esperé, esperé, esperé para que me dijeran que necesitaba "número". Miiiiieeeeerda. Luego de esperar casi 1 hora me dicen que me falta un papel... ¡si ni siquiera eso hacen bien en este colegio del demonio! Pasaba la hora, hacía calor y descontaba minutos de mi cumpleaños haciendo trámites. Holy crap.
A eso de las 14.20 me llama mi mamá para decirme que a almorzarán sin mí... ¡en mi cumpleaños! Tomé la difícil decisión de dejar todo a media: mi cheque que estaba en el horizonte se alejó producto de mi celebración. Ahora solo queda ir a la dichosa notaría mañana a firmar el documento, luego volar al colegio y tener mi cheque. No estoy considerando la fila para poder cobrarlo, puesto que es fin de año y eso es el colapso mundial, peor que el fin del mundo maya.
Ah, sí, hoy estoy de cumpleaños: cumplo 24 años consumiendo oxígeno en este mundo. Me niego a perderlos pensando en este trámite. Dormí 3 horas anoche, celebré y, en definitiva, ya será el momento para hablar de eso. Solo quiero pasarlo bien y estoy poniendo todo mi empeño en eso: celebrar para olvidarme de este año laboralmente de mierda, esperando que el siguiente sea muchísimo mejor. Me esforzaré en ello.
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