Noches del silencio, del canto de los ángeles.
Noches en que escuchamos los ruidos de la tierra
y, de pronto, comienza el movimiento a nuestros pies.
Noches en que el sereno corroe los cristales
y, sonriendo, dibujamos paisajes en la ventana:
allá vamos a París, allá vamos a Roma,
a perdernos en las calles de Londres,
a dormirnos en los colores de Valparaíso.
Noches en que pensamos el uno en el otro
cuando nos damos un abrazo antes de dormir,
un beso de buenas noches y una sonrisa,
una caricia sorpresiva y el latido acelerado:
cuando aumenta el pulso al sabernos el uno al lado del otro.
Noches en que las estrellas iluminan el camino de regreso a casa,
cuando el silencio se pone de nuestro lado
y las luces del universo protegen nuestras pisadas:
vamos por buen camino,
avanzamos hacia un destino.
Noches iluminadas en que las tinieblas desaparecen
y la oscuridad confusa se convierte en certeza
de que los caminos no son inciertos.
Noches iluminadas en que vamos de la mano
hacia algún lugar, no importa cuál,
con la única finalidad de sentarnos a observar el cielo,
de encontrar las estrellas,
de encontrar el universo,
de encontrar...nos, una vez más.
Fotografía: Observatorio Mamalluca, Vicuña, Valle de Elqui, Región de Coquimbo.
Noches en que escuchamos los ruidos de la tierra
y, de pronto, comienza el movimiento a nuestros pies.
Noches en que el sereno corroe los cristales
y, sonriendo, dibujamos paisajes en la ventana:
allá vamos a París, allá vamos a Roma,
a perdernos en las calles de Londres,
a dormirnos en los colores de Valparaíso.
Noches en que pensamos el uno en el otro
cuando nos damos un abrazo antes de dormir,
un beso de buenas noches y una sonrisa,
una caricia sorpresiva y el latido acelerado:
cuando aumenta el pulso al sabernos el uno al lado del otro.
Noches en que las estrellas iluminan el camino de regreso a casa,
cuando el silencio se pone de nuestro lado
y las luces del universo protegen nuestras pisadas:
vamos por buen camino,
avanzamos hacia un destino.
Noches iluminadas en que las tinieblas desaparecen
y la oscuridad confusa se convierte en certeza
de que los caminos no son inciertos.
Noches iluminadas en que vamos de la mano
hacia algún lugar, no importa cuál,
con la única finalidad de sentarnos a observar el cielo,
de encontrar las estrellas,
de encontrar el universo,
de encontrar...nos, una vez más.
Fotografía: Observatorio Mamalluca, Vicuña, Valle de Elqui, Región de Coquimbo.
1 comentario:
Me encantó!!!
...hacia allá vamos :)
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