Llega el fin de semana y creo que estoy absoluta y completamente conforme con esta semana en la cual tan solo llevé a cabo 2 clases. Exacto: ni más ni menos, tan solo 2. Todo gracias a esas adorables actividades de aniversarios y demases que tienen a los alumnos con las neuronas enfocadas en la distensión absoluta y que, por lo tanto, te impide traerlos de regreso al mundo real para intentar hacer clase. En definitiva, es cosa de saber toma la decisión correcta: "chicos, no se preocupen, trabajen en lo de la alianza para que les vaya bien". Y es inevitable acordarme de mi práctica cuando aquél personaje, al momento de la evaluación, me reclamó de que "no había estado involucrado" con los alumnos durante su semana de alianzas y demases; finalmente tomé su consejo y les di el tiempo de mi clase para trabajar... ¿o no era a eso a lo que apuntaba? Qué sé yo, la cosa es que ha sido una semana de profundo letargo en que me he pasado la mitad del día haciendo nada, aburriéndome en gran parte porque no me invitaron a ninguna alianza y solo me quedó observar lo que sucedía, reírme de vez en cuando y escaparme más de alguna vez a la sala de profesores para gestionar algún tipo de trámite personal.
Y así se cumple la cuarta semana de trabajo, se acerca la quinta que también promete ser disfuncional: alrededor de 40 alumnos de media estarán fuera por giras de estudio y eso implica que habrá menos estudiantes por sala, lo que creo que es bueno. Además, se avecina un cambio de horario momentáneo producto de esta situación y dos cursos que pasarán a ser uno: tiembla, mundo, que ya me pongo tiritón de pensar que en una sala tendré que soportar a 38 alumnos, en circunstancias que la costumbre me da para tan solo 25. Pero así es la vida y se acerca una recompensa bastante grata: semana de fiestas patrias, comida, carrete y algún terremoto, quizás.
Después de todo, septiembre me trae tan solo 1 semana 'normal'. Luego ya se viene fin de año y es todo un tema...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario