Es extraña la sensación de colapso en que, finalmente, acabas en stand-by, haciendo nada: mirando el cielo y sin la más mínima expresión. Incluso, parece que ni siquiera te molesta: como que te importa poco porque las expectativas que tienes ya están demasiado bajas como para poder causarte alguna minúscula preocupación. Ya pronto cumplo un mes de corrido trabajando en este mismo lugar y creo que me he ido adaptando de a poco a la realidad: los alumnos, aunque les hagas fuegos artificiales en clases, no tiene interés en aprender. No sé, se sienten demasiado encerrados en una burbuja y piensan que venir al colegio es una pérdida de tiempo, que es mucho mejor salir de carrete, drogarse, tener sexo y hasta embarazarse. Prueba de ello es que me sorprendió, un poco negativamente, ver que había demasiadas niñas con bebés en la actividad del día sábado. Y es lamentable, porque tu labor como docente es enseñar, pero llega un momento en que ya deja de importarte porque sabes que no quieren, entonces, ¿qué más puedes hacer? Admiro la paciencia de los profesores normalistas que, de alguna forma, te hacían captar la atención, pero la formación actual no da para tanto.
Hoy fue uno de esos días en que me desilusiono de algunos cursos. Fue tanta la mala disposición que interrumpí la clase a la mitad, dos veces. La primera fue la advertencia de que no iba a continuar revisando contenidos si continuaban en esa actitud e incluso me detuvo por 3 minutos, regresé por el compromiso de continuar si mantenían la calma. Lo más lamentable fue que una de las chicas que había pedido que continuara la clase, continuara con el desorden: detuve la clase y no revisé un solo contenido más. Que se saquen todos un 1 en la prueba, qué se yo, que estudien por su cuenta, pero yo no me pienso desgastar peleando con gente que no va a llegar a ningún lado. Y no hubo tercera oportunidad, porque no hice caso de las peticiones: lo paradójico es que, finalmente, se quedaron tranquilos, quizás esperando que yo continuara la clase o no sé. No continué y mañana seguiré mis contenidos, sin importarme si toman atención o no: ya se percataron de que no me dio ni un asco poner varios promedios rojos, aunque ni la nota les importa. Quizás sea por el hecho de que es septiembre: la semana anterior fue de aniversario del establecimiento, la siguiente es fiestas patrias... qué se yo, siempre tienen excusa para no poner atención.
Y sucede que es esta la gente que luego andará reclamando por educación de calidad, cuando no han sido capaces de aprovechar lo que ya tienen. Gente que reprueba todo (que lleva varios años en una carrera) liderando causas que si bien son justas, acaban perdiendo su sentido porque solo se convierten en la excusa para continuar aletargando. ¿Dónde está el aprendizaje, la educación que buscan, si no son capaces de valorar y aprovechar lo que tienen? Todo es un círculo vicioso: los alumnos no quieren aprender y los profesores se aburren de rogar por impartir aprendizaje. ¿Que acaso estudié 5 años para acabar diciéndole a un alumno "oye, escribe, saca tu cuaderno, siéntate bien"? Definitivamente... no.
Luego de este descargo necesario, creo que he quedado en un estado de que no me importa nada: que pase el mes, que sigan las clases (aunque nadie ponga atención), poner puros rojos (si es necesario), que me llegue mi sueldo a fin de mes y continuar la vida en busca de un futuro mejor. Lo importante es desgastarse lo menos posible, total, ni eso parece interesarles. Evitar involucrarse y continuar, pues, finalmente, se acabará el año y solo Dios sabe qué sucederá con sus vidas. Espero que algo positivo y que algo hayan aprendido para poder hacer de este mundo un mejor lugar para todos.
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