Cuando alzamos la mirada, el mundo se detiene en el instante preciso en que los latidos del corazón se aceleran tanto que estamos próximos a presenciar una explosión. Solo entonces nos evitamos ver el cuerpo convulsionando en el suelo, con el pecho abierto y la sangre a chorros que tiñe de colores las hojas del otoño que ya comenzaron a caer en aquel extraño invierno que comienza en diciembre. Invierno en enero y el frío estremecedor que me congela los huesos... en enero. Nieve cayendo sobre mi cabeza, en marzo... veranos inagotables, en junio. Porque todo el mundo es al revés y a veces me cuesta entenderlo. Cuando cerramos los ojos vemos que los pasos se pierden en la hierba: caminamos, caminamos en busca de nuestro destino. En busca de nuestros sueños.
¿Qué hay cuando te das cuenta de que muchos ya se han cumplido? Seguir buscando nuevos sueños, nunca agotarse de vivir.
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