Y, al despertar, me topé sorpresivamente con una manta de niebla que cubría el mundo a mi alrededor para echar a volar mi imaginación. La niebla que todo lo sabe, que todo lo cobija, que todo lo oculta. La niebla que hace parecer que el tiempo se detiene. La niebla que cubre el valle, avanza hacia la montaña y desaparece con el paso del viento. La niebla. Otra vez, la niebla.
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