Volver a despertar a las 4 de la mañana sin saber por qué, buscar alrededor y ver que la noche sigue oscura, encontrarse con la ventana cubierta de vapor, notar que la tierra se llena de escarcha, divisar la sombra de la luna que avanza sobre los techos humedecidos por el paso del sereno, cantar dormido mientras abres los ojos y piensas en alguna palabra que pronto vas a decir, soñar despierto rogando que el reloj aun no marque la hora en que ya hay que levantarse. La luz del teléfono iluminando el cielo de la habitación, las paredes detenidas en el tiempo.
Correr, correr, correr. Ser un enten divagando entre las paredes de una historia de siglos que se levanta, que se cae, que se vuelve a levantar hacia un ciclo intermitente de luces y destellos, de nubes y de sol, de mañanas y de noches, de primaveras y de escarcha. Correr, soñar, despertar, respirar, cantar. Simplemente, divagar...
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