No quiero descubrir mil cuerpos:
con el tuyo me basta para ser feliz.
Divagar cada noche en tu mirada iluminada
y en la oscuridad de las nubes que nos miran,
en las sombras que rodean el encierro secreto
y los vecinos que no entienden el enigma.
Tú y yo solos, nadie más;
tú y yo juntos, asfixiados de tanto reír.
Suaves recorridos, caminos descubiertos,
la leyenda persistente de tu piel,
de la mía, de los cuerpos que renacen al tacto.
Tu piel invita al tacto,
tu piel invita al juego,
tu piel invita a la locura.
Tú y yo solos, los fantasmas desaparecen;
tú y yo, enloquecidos: el mundo nos observa caminar.
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