La penumbra era tan cálida como el verde que se extendía por el valle, hacia los cerros. Las almas andaban de juerga en la pizzería de la esquina; él caminaba sombrío y reflexivo por el parque que daba a un paso bajo nivel. El ruido de los trenes, enero y el color gris del cielo le hacían sonreír: todo era bello. Todo era perfecto y nada podría quitarle esa sonrisa: la miró a los ojos, esos ojos que conocía de una vida anterior. Sintió la ternura de su mano pequeña y acarició sus mejillas ruborizadas por alguna que otra palabra subida de tono que, en el fondo, le encantaba. Bailó en el silencio, bailó con ella y se supo feliz otra vez, de escuchar su voz entre sueños.
1 comentario:
I like it ;)
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