Los colores de un atardecer se mezclaban con el calor de una tarde iluminada, de una noche que se asomaba con esas nubes amenazantes que se posaban sobre los edificios de Corrientes. Por esos lugares, caminamos tomados de la mano cantando las canciones noventeras de Soda Stereo, mientras buscábamos algún lugar en el cual comer unas pizzas de muzarella para matar el hambre que, a esas horas, ya se asentaba en nuestro organismo. Y comer y comer: esa era la actividad máxima por esos días. Y claro, tomar miles de fotografías como todo turista, recorrer cada rincón oculto, soñar con ser parte de aquel gentilicio y desear con todo el alma volver a correr. Soñar con correr descalzo sobre las extensas áreas verdes de Palermo, quizás lanzarse a nadar en el lago para ser parte de una imagen capturada por los turistas japoneses que sonríen al ver la locura de los occidentales.
Y todo, absolutamente todo, a tu lado. Junto a tu abrazo, junto a ese beso de buenos días al despertar.
Fotografía: Parque Tres de Febrero, Palermo, Buenos Aires.
1 comentario:
Ahí está... Eso es lo q hace que despertar temprano no sea terrible... El beso de buenos días TODOS los días :)
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