A veces todo se pone cuesta arriba y la vida se ve un poco complicada. Pero suele suceder que esos días en que me despierto con un típico improperio, suelen ser los mejores. Y es así que sucede que comienza una semana un poco cargada hacia lo negativo en que las cosas no ocurren como había pensado: quizá no sea el fin de febrero que hubiese esperado, como si todo se nublara de pronto. Sí, han sido dos días en que me he defraudado de gente. Pero, finalmente, no puedo decir que me esté defraudando de mi vida.
De todo lo malo se puede sacar algo bueno: todo, absolutamente todo es un aprendizaje y siempre debemos dejar un momento para agradecer esas pequeñas cosas que tenemos. Pequeños detalles que se transforman en esa sonrisa loca que te acompaña durante todo el día y que, seguramente, hará que alguien te mire en la cara y piense que estás loco. Sí, la locura me ha hecho feliz, me hace ver el mundo con mucho más color y gracia. Si se cierra una puerta, sigue la ventana, pero nunca se acaban las opciones: siempre se viene algo mejor porque creo que las cosas suceden por algo y todo, al fin y al cabo, es para un bien. Quizá no lo pueda entender en este momento, pero creo que lo entenderé en algún momento y, como siempre, acabaré sonriendo.
Y, felizmente, puedo darte las gracias por estar conmigo. Por hacer que un día pésimo se transformase en el mejor 29 de febrero de mi vida. Sí, me haces sonreír y recordar que el mundo tiene demasiadas más cosas buenas que, al final, no tiene sentido ver todo negro. Gracias por todo, por estar ahí conmigo en las buenas y en las malas. Gracias por darme la oportunidad de amarte y de formar una historia cada vez más loca.
1 comentario:
Si la vida no nos diera momentos amargos no podríamos disfrutar de las dulces sonrisas que compartimos después.
Lo importante es que estemos ahí uno para el otro en cada uno de estos momentos para salir adelante juntos y recordar que nunca hay motivos suficientes para hacernos caer.
Te amo ... ... ...
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